La dispepsia es un término médico que se refiere a la sensación de malestar o dolor en el área del estómago, también conocida como indigestión.
Los síntomas comunes incluyen dolor abdominal, sensación de plenitud, acidez estomacal, eructos y náuseas.
Se caracteriza por una mala digestión que puede estar relacionada con diversos factores como la alimentación, el estrés o problemas gastrointestinales.
Es importante consultar a un médico si los síntomas persisten para recibir un diagnóstico preciso y un tratamiento adecuado.
La dispepsia es un término médico que se utiliza para referirse a la sensación de malestar o dolor en el área del estómago. También se le conoce como indigestión.
Los síntomas comunes de la dispepsia incluyen dolor abdominal, sensación de plenitud, acidez estomacal, eructos y náuseas.
A menudo está relacionada con problemas digestivos como la gastritis, la úlcera péptica o el reflujo gastroesofágico.
Segundo diccionario: dispepsia
Origen de la palabra: (latín dyspepsia, y éste del gr., de mal, y cocer; digerir.)
f. Med. Enfermedad crónica caracterizada por la digestión laboriosa o imperfecta.2º artículo
Término vago utilizado por los profanos para aludir a casi todas las molestias relacionadas con el estómago o las funciones digestivas. El nombre se puso en circulación en tiempos en que la pepsina se consideraba el principal fermento o enzima digestivo. Hoy los médicos rehúsan generalmente su empleo.
Entre las perturbaciones que afectan al normal desarrollo de la función digestiva figuran numerosas molestias abdominales que el paciente relaciona con el estómago. Por ejemplo, dolor, excesiva formación de gases con eructos, plenitud con borborigmo (ruidos de tripas), regurgitación de líquido agrio (aguas amargas de boca) y sensación de pirosis (ardor o quemazón); náuseas, vómitos, falta de apetito, apetito voraz, plenitud después de las comidas y regurgitación de alimentos con gusto reconocibles («repetición»). Sin embargo, como el colon transverso cruza la parte superior del abdomen cerca del estómago, el paciente confunde sus trastornos con los de éste. En realidad, rara vez es el estómago el verdadero responsable de las «dispepsias». Véase Indigestión.
Causas comunes de «dispepsia» son el exceso de alimentación, la comida apresurada sobre todo si se está emocionalmente perturbado o fatigado, la ingestión de alimentos en malas condiciones o susceptibles de producir alergia en el individuo. Como causa menos frecuente se señala la ingestión con los alimentos, intencionada o accidentalmente, de sustancias venenosas, como la intoxicación por setas.
Puede asimismo ocasionar «dispepsia» el abuso de manjares fritos o demasiado sazonados. Cannon demostró con los rayos X que el estómago es sensible a los estímulos emocionales. En animales de experimentación consiguió, en efecto, detener absolutamente la función digestiva asustándolos o encolerizándolos. El temor, la cólera, la tristeza, la excesiva alegría, constituyen estímulos emocionales agudos que pueden reflejarse en síntomas digestivos.
Trastornos emocionales reprimidos pueden conducir a alteraciones digestivas crónicas. Quizás el síntoma de que más se quejan los «dispépticos» sea la «hiperacidez» o exceso de ácidos. Aunque parezca extraño, este síntoma puede deberse a la fermentación que se produce cuando hay escasez de ácido (clorhídrico). Resulta evidente la estupidez de la «alcalinización» en estos casos.
La dispepsia encuentra a veces su origen en ciertos órganos adyacentes al estómago. La vesícula biliar enferma, por ejemplo, ocasiona con mucha frecuencia estos trastornos, especialmente cuando la molestia se debe a dificultades en la digestión de sustancias grasas y alimentos pesados. Muchas personas, ignorantes de que padecen colecistitis crónica, restringen sus dietas y, eliminando uno a uno los alimentos, llegan al borde de la inanición sin haber atacado la fuente real de su mal. Algo parecido sucede con la apendicitis crónica. Cualquier anomalía que venga a perturbar la transformación y movimiento del contenido intestinal puede repercutir en el estómago al mismo tiempo que en el foco real de la perturbación e incluso sin que se sienta en éste.
Muchos casos de «dispepsia» obedecen a úlceras pépticas. Estas se presentan en el estómago (úlcera gástrica) y en la parte del intestino delgado situada inmediatamente a continuación del estómago, denominada duodeno (úlcera duodenal). Para explicar las causas de la úlcera péptica se han emitido numerosas teorías. Sin duda, los factores emocionales, el carácter y el llamado «nerviosismo» desempeñan aquí un importante papel. Muchos médicos creen que las emociones son la principal y quizás la única causa de las úlceras pépticas, que así se presentan como ejemplo de enfermedades orgánicas imputables a causas neurogénicas. Véase Medicina psicosomática.
Las enfermedades cardíacas y vasculares afectan al estómago y la función digestiva. No pocos fallecimientos súbitos atribuidos a «indigestión aguda» tienen en realidad su origen en un fallo cardiaco. Además, la insuficiencia cardiaca crónica influye en la circulación del tubo digestivo provocando trastornos por congestión.
Las enfermedades hepáticas, especialmente el cáncer de hígado, y la cirrosis, obstruyen o dificultan la circulación y perturban las secreciones hepáticas con la correspondiente repercusión en las funciones digestivas. La sangre del estómago y gran parte de la de los intestinos pasa a través del hígado por medio del sistema porta antes de desembocar en la circulación general.
Cualquier obstrucción de la circulación portal tendrá, pues, grandes repercusiones. Las enfermedades de la sangre están estrechamente relacionadas con el aparato digestivo. La sangre ha de nutrirse con las sustancias ingeridas en forma de alimentos. Existe, además, una íntima relación entre las secreciones del estómago y el hígado y los órganos formadores de la sangre. La Anemia, especialmente la anemia perniciosa, va acompañada muchas veces de síntomas digestivos.
En ocasiones aparecen las afecciones de la vista como causa de «dispepsia» para brindar un típico ejemplo de trastornos reflejos que, originados en un sitio, producen sus efectos en otro. En las enfermedades del cerebro tenemos otro ejemplo a este respecto. Las enfermedades infecciosas agudas presentan comúnmente síntomas digestivos. Las infecciones de nariz y garganta dan lugar a una mucosidad purulenta, que, al ser tragada, es causa frecuente de «dispepsia». Muchas veces la propia medicina que el dispéptico insiste en tomar contribuye a la prolongación de la enfermedad que debiera aliviar. Tal ocurre sobre todo en casos de automedicación a base de remedios caseros o medicamentos anunciados a bombo y platillo por sus preparadores.
El cáncer, aunque no la más frecuente, es probablemente la más importante causa de «dispepsia». El diagnóstico precoz de esta enfermedad resulta difícil. Por otro lado, si no se revela a tiempo, el resultado será fatal. El tumor puede localizarse en cualquier parte del aparato digestivo, desde el estómago al recto. Si interfiere la secreción o dificulta la motilidad por obstruir la luz de los intestinos, produce síntomas vagos e imprecisos. La «dispepsia» de la edad mediana, sin causa definida y pasajera, debe inducir siempre a sospechar la presencia del cáncer. En consecuencia se impondrá un detenido estudio del caso tanto a rayos X como por medio de diversos análisis.
La forma de «dispepsia» más difícilmente reconocible es la de origen neurótico. El médico, que comprende la neurosis, atiende pacientemente al neurótico, ante el que el profano se encoge de hombros despectivamente en lugar de mostrarle simpatía. Nadie la necesita como el neurótico, siempre que no se le haga, a título de compasión, limosna de esa simpatía. La inadaptación incapacita al neurótico para la lucha por la vida y sus dificultades revierten en su organismo en forma de enfermedad (v. Psiconeurosis).
Una de las manifestaciones más frecuentes de neurosis es precisamente la «dispepsia». Sin embargo, el diagnóstico de neurosis por un médico o —tanto peor— la «acusación» de neurosis por un profano nunca estará justificada hasta no haber agotado los medios de descubrir una causa física «real» para sus trastornos digestivos.
Aunque existe ese proceso inflamatorio del estómago llamado gastritis, su aparición no es frecuente. El estómago es capaz de aguantar peores tratos. La verdadera gastritis es entre todas la causa menos frecuente de esas anomalías comúnmente descritas como indigestión o «dispepsia». La gastritis auténtica puede originarse por la ingestión de sustancias muy irritantes, como venenos, ácidos y alcalinos. También existe la forma crónica de gastritis. Si se presentan una u otra, el médico puede sin duda identificarlas. Pero rara vez cabrá achacarles responsabilidad en los trances que el lego califica de indigestión o «dispepsia».
Tratamiento de la dispepsia
El tratamiento de los trastornos digestivos depende enteramente de sus causas. Si obedecen a transgresiones o abusos en la comida o bebida o se conocen los factores emocionales que los provocaron, el tratamiento es obvio.
El médico puede eliminar las sustancias nocivas con la incitación al vómito, el lavado de estómago o la administración de la medicación adecuada.
Después de este tratamiento inicial, el enfermo permanecerá 24 h en dieta rigurosa limitándose a beber agua en pequeñas cantidades. La «indigestión crónica» requiere un detenido estudio de sus causas, que, una vez conocidas, deben ser eliminadas.
La medicación con álcalis u otras sustancias que se supone contrarrestan la «hiperacidez» de un paciente que sufra de indigestión crónica originada por enfermedades de la sangre, cerebro, ojos o apéndice, además de ser inútil, puede conducir a un desastre.
Los tipos de «dispepsia» psicosomática y neurótica deben ser tratados por el psiquiatra. La medicina sólo puede proporcionarles alivio transitorio. La cirugía los agrava.
• « El omeprazol está indicado para enfermedades relacionadas con la secreción ácida gástrica, por ejemplo, tratar la úlcera gastroduodenal, el reflujo gastroesofágico, dispepsias funcionales, entre otras. » (de dispepsia | plural)
• « Las manifestaciones más características de la dispepsia son: dolor o molestia en la región epigástrica, náuseas y/o vómitos, pirosis y eructos. »
Tiene su acento prosódico (sin tilde) en la sílaba: pe Tipo de acentuación de dispepsia: Palabra grave (también llana o paroxítona). Posee diptongo creciente ia.
Cantidad de letras, vocales y consonantes de dispepsia
Palabra inversa: aispepsid Número de letras: 9 Posee un total de 4 vocales: i e i a Y un total de 5 consonantes: d s p p s
¿Es aceptada "dispepsia" en el diccionario de la RAE?