El drenaje es un proceso fundamental que permite el avenamiento o desagüe de terrenos saturados de agua, utilizando zanjas, canales o tuberías.
Su objetivo principal es la recuperación de áreas inundadas, así como el saneamiento de aguas residuales y otros líquidos.
Este sistema es esencial para mejorar la calidad del suelo y prevenir problemas relacionados con el exceso de humedad, favoreciendo así el desarrollo agrícola y la salud ambiental.
Avenamiento o desagüe de un terreno encharcado o impregnado de agua mediante zanjas, canales abiertos o cubiertos, conductos porosos o tuberías de juntas abiertas; también, saneamiento de aguas cloacales y otros desperdicios líquidos por medio de tuberías o conductos impermeables.
Tres son los principales fines del drenaje:
1) recuperación de grandes extensiones de terreno inundadas, marjales o cenagales;
2) avenamiento agrícola para regular la humedad del suelo en pequeñas zonas cultivadas;
3) alcantarillado para eliminación de líquidos domésticos y residuos agrícolas.
Frecuentemente es posible recuperar con fortuna grandes extensiones de tierras muy fértiles, cuyo único inconveniente es el de encontrarse a poca altura sobre el nivel del mar o corrientes cercanas, utilizando sistemas de diques o presas para contener las inundaciones y zanjas o canales abiertos para recoger y evacuar el exceso de agua. En algunos casos puede recurrirse a bombear el agua con ayuda de molinos de viento u otras fuentes de energía; tal ocurre en Holanda, donde parte de la tierra recuperable se encuentra bajo el nivel del mar. En tales casos, las zanjas y canales de drenaje conducen el agua a sumideros adyacentes a los diques, de donde se extrae por medio de bombas. En los casos de recuperación de marjales sujetos a mareas es frecuente que las desembocaduras del sistema de drenaje estén provistas de compuertas que permitan la salida de las aguas durante la bajamar, pero que se cierren automáticamente al subir la marea, con lo que se evitan nuevas inundaciones.
El procedimiento más sencillo de drenaje agrícola, y el primero en ser utilizado, consiste en disponer bancales, montículos de tierra, caballones. El siguiente paso fue el empleo de canales abiertos y atarjeas. Aunque todavía se emplean canales abiertos, indispensables en ciertas ocasiones, y aunque se hizo antaño considerable uso de conductos cubiertos de piedra, madera y otros materiales, la tubería de barro poroso ha desplazado prácticamente a todos los demás procedimientos de drenaje agrícola. La instalación adecuada de un sistema eficaz de tuberías porosas requiere un cuidadoso estudio del perfil del terreno, características de suelo (si es poroso o impermeable), cuantía del agua de lluvia o de filtración que debe eliminarse y otros factores similares, a fin de poder determinar con exactitud el emplazamiento, tamaño, profundidad, pendiente y separación de las atarjeas más adecuadas para conseguir un drenaje satisfactorio. Elliot sostiene que «para obtener los mejores resultados de un sistema de drenaje debe prepararse el trabajo con un nivel de anteojo y realizarse de acuerdo con el levantamiento efectuado». Sin conocer los datos que suministra un nivel hábilmente manejado no hay modo de realizar estimaciones precisas de una pendiente ni establecer un sistema económico de gradientes y obtener, al mismo tiempo, el mayor rendimiento posible de la red de drenaje. Un perito agrícola, especializado en drenajes, apoyado por los conocimientos de un agricultor familiarizado con el terreno, planeará estos trabajos con resultados incomparablemente superiores a los que pudiera obtener un profano. Así, el granjero o capataz podrá dedicar toda su atención a la realización de los trabajos e insistir en su ejecución sin desviarse del pian trazado, pues no tendrá que abrigar el recelo de posibles errores. Los servicios del técnico son indispensables en las grandes extensiones de terreno llano o casi tan llano que requiera el empleo más exacto de los instrumentos topográficos. En los terrenos más accidentados el propio labrador podrá determinar la nivelación conveniente.
No hay dinero mejor invertido que el que se emplea en drenar suelos fértiles. Los beneficios derivados del drenaje son grandes y duraderos, pero en todo caso implican desembolsos tan considerables que la economía aconseja emplear únicamente los más cuidadosos procedimientos de planificación y ejecución del trabajo. Ello es cierto para el drenaje agrícola, pero todavía reviste mayor importancia en las instalaciones de atarjeas de alcantarillado. Véase Agraria, Ingeniería.