El término dromo proviene del griego y se refiere a una avenida monumental que se caracteriza por tener filas de esfinges a ambos lados.
Estas estructuras eran comunes en la arquitectura egipcia, sirviendo como un acceso ceremonial a los templos.
El dromo no solo cumplía una función estética, sino que también simbolizaba el camino hacia lo sagrado, reflejando la importancia de la religión en la cultura egipcia.