Los druidas eran una casta de sacerdotes entre los galos y otros pueblos celtas del occidente europeo, conocidos por su profundo conocimiento espiritual y ritual.
En Britania, se formaban aspirantes al druidismo, donde lugares como Stonehenge adquirieron relevancia.
Practicaban la adivinación y realizaban sacrificios, a menudo humanos, en sus ceremonias.
Su influencia fue notable, pero también enfrentaron la represión de los emperadores romanos.
Casta de sacerdotes entre los galos y otros pueblos celtas del occidente europeo. En un tiempo fue Britania la principal escuela de aspirantes continentales al druidismo. Aunque edificada en el Neolítico, Stonehenge, en la llanura de Salisbury, se cree haber sido utilizada más tarde como templo druida. Estrabón, Diodoro y Tácito refieren que los druidas practicaban la Adivinación por el vuelo de las aves y los movimientos convulsivos de los prisioneros que sacrificaban a tal fin. Los sacrificios humanos constituían uno de los principales rasgos de sus fiestas quinquenales. Las víctimas eran unas veces empaladas, otras asaetadas y otras quemadas vivas en grandes jaulas de mimbre. Tales costumbres fueron severamente reprimidas por los emperadores romanos.
César describió así el carácter y funciones de los druidas: «Atienden el culto divino, realizan sacrificios públicos y privados y explican asuntos de religión; casi todas las querellas públicas o privadas caen dentro de su jurisdicción; y cuando se comete algún delito, cuando se perpetra algún asesinato, cuando surge alguna controversia sobre cuestiones de herencias o límites de tierras, actúan también de jueces. Fijan los premios y castigos; si un individuo particular o público desobedece sus decretos, es excluido de los sacrificios, máximo castigo para ellos. Los druidas poseen un jefe, que goza de la más alta autoridad entre ellos».
«Los druidas no toman parte en la guerra; ni pagan impuestos como los demás; están exentos del servicio militar y de toda carga pública Atraídos por tales privilegios, son muchos los que ingresan voluntariamente en su noviciado, mientras otros son enviados por sus padres. Se dice que aprenden en sus escuelas gran número de versos, tanto que algunos alumnos permanecen en ellas veinte años. Ante todo se esfuerzan por fomentar la idea de que el alma del hombre no perece, sino que transmigra después de la muerte de un individuo a otro; estimulan con ello el valor de las gentes, ya que destruyen el temor a la muerte. Además, sostienen abundantes pláticas sobre las estrellas y sus movimientos, sobre el tamaño de la Tierra y de los diversos países, sobre la naturaleza de las cosas, sobre el poder de los dioses inmortales, e instruyen a los jóvenes en todos estos asuntos.»
Los druidas tenían por sagrados el roble y el muérdago. Éste lo cortaba el oficiante con una hoz de oro, revestido de blanco y coronado con hojas de roble. Los ramos recogidos de muérdago eran transportados después en un carro tirado por dos toros blancos. Es-trabón nos habla de sus áureos collares y brazaletes, así como de sus brocados de escarlata y oro. Contaban el tiempo por noches en lugar de hacerlo por días y se atenían a un ciclo cronológico de treinta años. Existían también mujeres druidas, que ayudaban en las ceremonias religiosas con los cuerpos teñidos de negro.
Los celtas llamaban también druidas a los hechiceros y magos de la tribu. Las narraciones gaélicas se muestran acordes en presentarnos ,a estas gentes como maestras en nigromancia y ciencias ocultas. Recitaban poemas mágicos para atraer o evitar las tormentas. Conocían el hipnotismo, como lo demuéstrala práctica del «sueño druídico» y la «ilusión». Presagiaban el futuro por la observación del estornudo y los agüeros, por los sueños habidos tras los festines rituales, por el graznido de los cuervos y el canto de reyezuelos domesticados. El «encantamiento» de que se valió el druida Mailgenn para provocar la muerte de Cormac, rey de Irlanda, consistió sencillamente en introducir en el pan del monarca una espina de pescado, que produjo su asfixia.
Sus casas, según algunas tradiciones, eran toscas chozas en forma de colmenas, tales como las llamadas «casas druidas» de St. Kilda y Boreray, estrechamente relacionadas con las primitivas moradas subterráneas y los montículos con cámaras. La teoría del neodruidismo asegura que existió durante siglos una especie de religión mixta cristiano-druida, formada por la mezcla de ambas creencias y sostenida después de la caída del Imperio Romano por una casta de sacerdotes medio paganos y en cierto sentido druidas. Véase Celtas.
• « El ensayista Alejandro Lafleur ha recordado la afición de los celtas -y sus hechiceros / sacerdotes, los druidas- por el estudio y mixtura de hierbas y elementos psicoactivos, con los que cocían poderosos brebajes. » (de druida | plural)
