La economía del capitalismo se refiere a un sistema donde predominan las empresas privadas que compiten entre sí en un mercado libre.
Este modelo, que refleja la realidad económica del siglo XIX, se caracteriza por la existencia de múltiples competidores que producen bienes similares y luchan por recursos como materias primas y mano de obra.
En este contexto, los precios son determinados por la oferta y la demanda, sin interferencias gubernamentales, lo que genera dinámicas de competencia tanto entre productores como entre consumidores.
economía del capitalismo
La mayoría de los escritores que han descrito el funcionamiento del Capitalismo lo han hecho pensando en un modelo que se corresponde con la realidad económica de mediados del siglo xix. Tal economía está compuesta de empresas competidoras relativamente pequeñas de propiedad privada, muchas de las cuales producen similares o idénticos productos, enzarzadas en viva competencia por las primeras materias, la mano de obra e incluso por el dinero de los consumidores, de la misma manera que los trabajadores compiten por puestos de trabajo y los compradores por los productos. El mercado aparece libre de restricciones impuestas por gobiernos, monopolios u otros factores y el precio de cualquier producto está únicamente determinado por la oferta y demanda.
En tales condiciones, si el suministro de una mercancía determinada resulta insuficiente en relación con su demanda, los compradores competidores pujarán en alza su precio. El alto precio de las mercancías que escasean tenderá a atraer bienes y mano de obra para su producción, restándolos de aquellos productos cuya demanda —y por tanto el precio del mercado— sea menor. La tendencia opuesta se observa en el caso de mercancías de oferta elevada y demanda escasa. Este sistema proporciona beneficios a los productores eficaces y castiga a los carentes de visión con pérdidas o, en casos extremos, con la quiebra. Por tanto, el valor determina el precio y éste determina la distribución de recursos en todo el campo económico.
El sistema encierra extraordinario valor potencial para el progreso económico y el incremento del bienestar material. Al adquirir primeras materias y mano de obra toda empresa se enfrenta con un juego fijo de precios del mercado que no puede cambiar por su sola acción. Al vender los productos, la empresa debe también tener en cuenta los precios que alcanzan en el mercado los productos acabados similares a los que ella misma produce. De aquí que, si desea subsistir y, en particular, obtener beneficios, ha de operar con la máxima cautela. Debe ocuparse en todo momento de introducir mejoras que disminuyan los costos y de efectuar nuevas inversiones sólo en aquellas ramas de producción que se ofrezcan prometedoras. Como la competencia empresarial guía las inversiones hacia las ramas de producción en que pueden obtenerse los mayores beneficios, aumentará la fabricación de las mercancías que prometan ser más rentables; la mayor afluencia al mercado de dichos productos hará bajar su precio y las ganancias derivadas de nuevas inversiones o mejoras técnicas redundarán en definitiva en beneficio del consumidor. La masa de consumidores tiene acceso por tanto a una mayor variedad de productos a precios más reducidos y verá elevarse su nivel de vida. Al mismo tiempo, la mejora de las técnicas de producción incrementa el rendimiento de la mano de obra, que se traduce en el mercado laboral en mayores salarios —otra fuente de aumento de la capacidad consumidora— y en un nivel de vida superior. El cuadro ideal de una economía capitalista basada en el librecambio demuestra así su capacidad para proporcionar un reparto ideal de recursos, el empleo racional de la tecnología y una constante mejora en el bienestar material del consumidor. La principal crítica dirigida contra el Capitalismo es que este cuadro ideal no es o no puede ser puesto en práctica.