La educación, los cuidados y la rehabilitación de los invidentes han evolucionado a lo largo de la historia, comenzando con esfuerzos aislados en la Era cristiana, como hospitales y asilos.
Sin embargo, fue en 1784 cuando se estableció un enfoque sistemático con la fundación de la primera escuela para ciegos en París por Valentín Haüy.
Este hito marcó el inicio de un movimiento que ha permitido el desarrollo de recursos y programas educativos adaptados, incluyendo libros para no videntes.
educación, cuidados y rehabilitación de los invidentes
Historia. En los comienzos de la Era cristiana apuntaron algunos esfuerzos esporádicos en pro de los ciegos, para cuyo cuidado se crearon hospitales y asilos, como el famoso fundado por San Basilio en Cesárea de Capadocia el año 369. Según la tradición, el QuinzeVingts de París fue fundado por San Luis en el siglo xiii. Pero puede decirse que la organización sistemática de la educación de los invidentes no comenzó hasta 1784, en que el filántropo francés Valentín Haüy (1745-1822) fundó en París la primera escuela para ciegos: la Institution Nationale des Jeunes Aveugles. La labor de Haüy fue secundada por Edward Rushton en Liverpool (1791), Johann Wilhelm Klein en Viena (1804), August Zeune en Berlin (1806) y, sucesivamente, una serie de educadores de todas las naciones europeas.
Libros para no videntes.
Las referencias acerca de los esfuerzos realizados para proporcionar un medio satisfactorio de lectura a los ciegos se remontan bastante en el curso de la historia. Entre los primeros intentos se cuentan desde el empleo del alfabeto de cuerda usado por los indios peruanos a la escritura sobre tablillas de cera y el manejo de letras recortadas. Pero el primer libro verdadero para ciegos se debe a Valentín Haüy, uno de cuyos alumnos invidentes, François Lesueur, identificó un día, accidentalmente, unas pruebas de imprenta entre los papeles de su maestro. Éste prosiguió la experiencia con diversos tipos y formas de letras y, escogiendo una forma modificada del tipo de letra romano, imprimió el primer libro en relieve. En los años siguientes realizaron una serie de experiencias en el mismo sentido Johann Wilhelm Klein en Viena, John Alston y Edmond Fry en Gran Bretaña y Samuel Gridley Howe en Estados Unidos. Todos ellos emplearon los mismos tipos de letra, más o menos modificados, que servían a los videntes, aunque algunos introdujeron el uso de líneas dentadas y letras punzonadas. El único de estos sistemas que logró sobrevivir fue el ideado en 1847 por el doctor William Moon, de Brighton (Inglaterra), a base de líneas en relieve formando ángulos y curvas.
Pero fue Louis Braille, maestro ciego de la escuela de invidentes de París, el que verdaderamente abrió a los privados de la vista el vasto mundo de la lectura. Braille inventó un código de escritura y lectura basado en uno o más puntos perforados en diversas posiciones dentro de la llamada «celda Braille». Como en el interior de esta celda se pueden practicar hasta seis perforaciones, el sistema permite un total de 63 caracteres, con los que cabe representar no sólo las letras del alfabeto, sino también los signos de puntuación, los números e, incluso, muchas abreviaturas de las palabras de uso más corriente. Para ahorrar espacio se han creado también en la mayor parte de las lenguas combinaciones especiales de tipo taquigráfico representativas de contracciones y abreviaturas. El sistema Braille, adoptado universalmente como método de lectura, escritura e impresión para ciegos, ha adquirido tal perfección que admite la representación de los símbolos químicos, matemáticos y musicales.
Libros parlantes.
Constituyen otro medio de «lectura para invidentes». Consisten en discos o archivos musicales con grabaciones de fragmentos de literatura clásica y moderna o textos científicos. Introducidos en 1934, se popularizaron rápidamente en diversos países. Hoy han encontrado un sustituto más útil y adaptable a las necesidades personales con el uso de computadoras y dispositivos de reproducción diminutos.
Bibliotecas para no videntes.
La publicación de libros por el sistema Braille o el de grabación en discos resulta necesariamente cara, dado el número relativamente registrado de posibles usuarios. Por ello se han creado en todos los países una serie de bibliotecas circulantes que poseen en catálogo gran cantidad de obras tanto literarias como culturales impresas en sistema Braille o en forma de discos. Para facilitar aún más el intercambio se recurre al uso de idiomas universales y se favorece la difusión entre los ciegos del esperanto. En muchos países se editan asimismo revistas para ciegos. Merece citarse a este respecto la edición en sistema Braille y en discos de la norteamericana The Reader’s Digest.
La ONCE, Organización Nacional de Ciegos de España, con sede en Madrid y delegaciones en todas las provincias, fundada el 13 de diciembre de 1938, es el organismo encargado en España de coordinar el esfuerzo nacional en pro de los invidentes. Bajo los auspicios de un Consejo Superior, cuya presidencia y vicepresidencia ostentan respectivamente el ministro de la Gobernación y el Director General de Beneficencia, tiene a su cargo diversas secciones: Trabajo, Administración, Asistencia Social, Personal, Enseñanza, Cultura, Arte y Propaganda; sostiene cuatro colegios nacionales (Madrid, Pontevedra, Alicante y Sevilla) y un Hogar del Niño Ciego en Medina del Campo (antes en Badajoz); y cuenta con tres fábricas (Madrid, Zaragoza y Barcelona), cuya mano de obra está integrada fundamentalmente por invidentes.
La Sección de Trabajo de la ONCE organiza, además, la distribución de los invidentes, a quienes se exige el conocimiento del Braille, en centros de ocupación. Los ancianos acogidos a la Organización reciben los beneficios de la misma en forma de pensiones. Todos sus miembros, asimismo, disfrutan de asistencia médico-quirúrgico-farmacéutica.
El Cupón pro Ciegos, única fuente de ingresos de que dispone la Organización, encuentra antecedentes en varias ciudades españolas, si bien su unificación e implantación oficiar coinciden con el nacimiento de la ONCE. El vendedor recibe una comisión del 40 % hasta cierto número de cupones, número que varía según las circunstancias familiares del mismo: superado ese número, la comisión se reduce al 20 %. Véase Braille; Braille, Louis; Howe, Samuel Gridley; Ojos.