Los efectos de los créditos bancarios son fundamentales en el funcionamiento del sistema financiero.
A través de estos créditos, los bancos pueden aumentar la circulación del dinero, beneficiando tanto a clientes como al Estado.
Este proceso, aunque esencial, presenta complejidades que dificultan su análisis.
Por ejemplo, cuando un depositante emite un cheque, se produce un movimiento que, aunque parece sencillo, no altera el total de depósitos ni el dinero circulante.
efectos de los créditos bancarios
El procedimiento que permite a los banqueros aumentar la circulación del dinero a través de créditos a los clientes o al Estado (mediante la compra de valores públicos) constituye la base del sistema de la banca comercial. Pero el funcionamiento del proceso supone un desafío a todo intento de explicación y no hay dos autoridades en la materia que coincidan en el análisis del fenómeno.
En primer lugar, ¿qué sucede cuando un depositante suscribe un cheque pagadero a otro cuentacorrentista? La cuenta del librador queda reducida en el importe del cheque y la del tenedor, si deposita el cheque, aumenta en la misma cantidad. Por lo que al banco respecta, en el supuesto de que ambos individuos tengan sus cuentas en el mismo establecimiento, el aumento de una de ellas compensa la disminución de la otra y no sufren alteración ni el total de depósitos ni el dinero circulante. Aun en el caso de que el tenedor posea su cuenta en otro banco y deposite en él el cheque, también permanece invariable el total de los depósitos en el conjunto del sistema bancario. Lo mismo sucede si el tenedor gasta su dinero en lugar de depositarlo. Antes o después, el dinero volverá a ser depositado en un banco, quizás en la cuenta de una empresa en lugar de la de un individuo. De esta forma, considerado el sistema bancario en su conjunto, todas las transacciones se cancelan recíprocamente y no se produce ningún cambio en el total de depósitos o dinero circulante.
Sin embargo, si un banco presta dinero a un municipio adquiriendo títulos de un empréstito municipal, el cajero del banco extiende un cheque pagadero al Ayuntamiento, que a su vez deposita el cheque en su cuenta bancaria. Las obligaciones pasan a formar parte del activo del banco y el depósito del cheque se transforma en pasivo; el banco ha aumentado sus depósitos sin utilizar el dinero de la cuenta de otro cliente. Lo mismo sucede cuando un banco hace un préstamo de cualquier otra clase: al abonar la cuenta del que recibe el préstamo aumenta los depósitos sin retirar dinero de la cuenta de ninguno de los demás clientes.
El aumento de los depósitos bancarios por la expansión del crédito no puede continuar en forma indefinida. Se suele exigir a los bancos que mantengan una reserva de caja equivalente a un tanto por ciento del total de los depósitos. Las exigencias de estas reservas cambian de tiempo en tiempo, pero supongamos, por ejemplo, que sean del 20 %. Si el banco en cuestión tiene dinero en efectivo en depósito por un total de 5000000 de pesetas, puede crear depósitos adicionales hasta una suma de 20000000 de pesetas ampliando los créditos. El total de los depósitos del banco serían entonces de 25000000 de pesetas, de los cuales 5000000 —el 20 % exigido— sería dinero efectivo. Siendo D el depósito inicial y t el porcentaje de reservas de caja, el máximo de depósitos creados puede calcularse con esta fórmula: D.(100/t)
Los créditos y depósitos o cuentas corrientes representan el mayor volumen en el balance de un banco. Los depósitos de todas clases, por representar sumas debidas por el banco a los depositantes, figuran como exigibilidades. Los créditos, que representan cantidades adecuadas al banco por los prestatarios, forman parte del activo.
Los bancos, como otras instituciones de préstamo, deben casi tanto como poseen. El exceso de lo que poseen sobre lo que deben comprende: el capital social, representado por las sumas aportadas por los accionistas en el momento de fundarse la institución y las correspondientes a nuevas ampliaciones; los beneficios no repartidos o reservas y los fondos destinados a cubrir las depreciaciones y riesgos determinados.
Las inversiones en fondos públicos constituyen una de las fuentes de ingresos más importantes de los bancos comerciales. Un tanto por ciento muy elevado de su activo se invierte en esta clase de valores y el interés de los mismos supone una proporción elevada de los beneficios brutos.