El término enfogar tiene raíces en el español antiguo y presenta dos acepciones que hoy en día se consideran anticuadas y en desuso.
La primera se refiere a encender algo, como una llama o fuego, mientras que la segunda implica ahogar, es decir, privar de aire o sumergir en un líquido.
Aunque estas definiciones ya no son comunes, reflejan la evolución del lenguaje y el cambio en el uso de ciertas palabras a lo largo del tiempo.