• « Pero si volvemos el uno al otro, tomo su cabeza entre mis manos como aquel día, la pongo sobre mi pecho, y él oye mi corazón latir como aquel día, y a pesar de toda la sangre que he derramado entretanto sigue encontrando mi corazón latiendo con un ímpetu maravilloso, escucha embelesado, y si la muerte llega nos encuentra bendecidos. »