f. Esfera ideal, concéntrica en el globo terráqueo, en la cual se mueven de forma aparente los astros.
Origen y observación de la Esfera celeste
El observador profano contempla los astros como adheridos a una inmensa esfera cuyo centro fuera él mismo y de la que en cualquier momento sólo percibe la mitad, situada sobre la superficie aparentemente horizontal e infinita de la Tierra. Los millares de Estrellas visibles parecen inmóviles en la esfera en cuestión y por esto las legendarias Constelaciones, muchas de las cuales fueron bautizadas en tiempos prehoméricos por hombres ya olvidados, no han cambiado desde entonces sensiblemente de forma. Nuestro observador advierte, por otra parte, cómo el Sol, la Luna y los planetas parecen moverse lentamente sobre el fondo estrellado.
Tanto en la Astronomía antigua como en la moderna, esta esfera celeste no por ilusoria es menos fundamental en toda descripción astronómica.
Matemáticamente se le atribuye un radio infinito. Sobre su superficie se suponen trazados con precisión puntos y líneas de referencia y de tales líneas la más obvia es el horizonte, círculo máximo que constituye la sección del plano horizontal con la esfera. El punto situado 90° por encima del horizonte se denomina cenit; el opuesto, invisible, nadir.
Esfera celeste.
Bastan unas horas de observación para cerciorarse de que la esfera celeste gira de Oriente, a Occidente, alrededor de un eje ideal generalmente inclinado respecto al plano del horizonte.
Este movimiento diurno, que en su rotación completa invierte unas 24 h, determina el orto y ocaso del Sol, la Luna, los planetas y de muchas estrellas.
Los únicos puntos que permanecen aparentemente fijos en la bóveda celeste en rotación son los llamados polos celestes, austral y boreal, y están situados sobre la esfera precisamente al extremo del eje de rotación. Equidistante de ambos polos se encuentra el círculo máximo del ecuador celeste.
En fin, cualquier otro círculo máximo que pase por los polos, el cénit, el nadir y por el punto sur del horizonte recibe el nombre de meridiano celeste.
El Sol, con su brillo extraordinario, al iluminar la atmósfera terrestre, oculta cualquier otro cuerpo de la esfera celeste que se encuentre en su proximidad y así resulta invisible durante el día.
Sin embargo, el lugar que el Sol ocupa entre tales cuerpos es susceptible de una determinación aproximada observando las estrellas que la penumbra de los crepúsculos hace visibles; si la observación recurre al empleo de instrumentos modernos, tal localización resulta exacta.
Un año de observaciones permite comprobar que, aunque el Sol participa del movimiento diurno hacia occidente, se mueve lentamente sobre la esfera en dirección opuesta, recorriendo anualmente un círculo máximo que forma con el ecuador un ángulo de 23 1/2 grados (oblicuidad).
Este círculo recibe el nombre de eclíptica porque sólo se producen Eclipses de Sol o de Luna cuando esta se halla también en este círculo.
Las intersecciones de la eclíptica y el ecuador se denominan equinoccios; la intersección por la que pasa el Sol en primavera, remontándose del S al N del ecuador, recibe el nombre de punto vernal o Equinoccio de primavera.
Para describir el lugar aparente de un objeto en la esfera celeste puede tomarse como referencia el horizonte, el ecuador celeste, la eclíptica o cualquier otra línea establecida.
El método más útil consiste en determinar su distancia en grados a partir del ecuador celeste (declinación) y la distancia a lo largo del ecuador desde el punto vernal hasta el más próximo al objeto (ascensión recta) en horas, minutos y segundos de 0 a 24 h. Estas distancias son análogas a la latitud y longitud geográficas. Ver: coordenadas astronómicas.
La Luna y los planetas más brillantes aparecen siempre dentro de una zona (Zodíaco) que se extiende 9 grados a cada lado de la eclíptica.
Al igual que el Sol, la Luna se mueve aparentemente hacia el E en el zodíaco, pero a mayor velocidad que él, pues completa el circuito en 27 1/3 días.
Los planetas efectúan movimientos aparentes erráticos: primero hacia el E, describiendo un gran arco, luego hacia el O trazando un arco pequeño y de nuevo hacia el E, de acuerdo con el periodo de cada planeta.