El término exarco se refiere a un gobernador del Imperio Bizantino que administraba las provincias de Italia, con su sede en la ciudad de Rávena.
Este cargo era fundamental para el control y la organización del territorio bizantino, ya que el exarco actuaba como representante del emperador, asegurando la lealtad y el orden en una región clave de su imperio.
Su papel combinaba funciones políticas y militares, reflejando la complejidad del gobierno bizantino.