La fatuidad se refiere a la falta de juicio o sensatez en las acciones, decisiones o palabras de una persona, mostrando necedad y carencia de inteligencia práctica.
También implica una vanidad excesiva y sin fundamento, donde la persona se sobrevalora sin razones justificadas, revelando una alta estima de sí misma que no se corresponde con la realidad.
Esta actitud ridícula y absurda resalta la falta de mérito real detrás de esa autovaloración exagerada.
La fatuidad, en este sentido, se refiere a la cualidad de ser necio o mostrar una falta notable de juicio o sensatez en el comportamiento, decisiones o dichos.
Esta acepción de la palabra subraya una carencia de inteligencia o sabiduría práctica, llevando a acciones o pensamientos que son considerados insensatos o carentes de lógica por otros.
Ejemplos de uso: "La fatuidad de sus comentarios durante la reunión dejó en evidencia su falta de preparación sobre el tema."
"Es difícil no notar la fatuidad en su persistencia de argumentos claramente refutados por la evidencia científica."
En este contexto, la fatuidad se asocia con una vanidad excesiva y sin fundamento, que se manifiesta en una alta estima de sí mismo sin razones justificadas.
Esta acepción pone énfasis en el aspecto ridículo o absurdo de la vanidad, donde la autovaloración desmedida no se corresponde con la realidad o el mérito real de la persona.
Ejemplos de uso: "Su fatuidad lo llevó a presumir de logros que, en realidad, eran méritos de otros."
"La fatuidad con la que hablaba de sí misma solo conseguía que los demás la tomaran menos en serio, socavando su credibilidad profesional."
Origen etimológico de fatuidad: proviene de la palabra latina fatuĭtas.