La flora de Brasil es un tesoro natural que destaca por su diversidad y riqueza.
Gracias a su vasta extensión, variaciones climáticas y tipos de suelo, el país alberga alrededor del 25% de las especies vegetales conocidas en el mundo, superando las 50,000 especies.
Los bosques brasileños, que ocupan más de 5,000,000 km², son fundamentales para la producción de maderas, gomas y otros recursos.
La cuenca amazónica, en particular, representa un área crucial para la conservación y explotación sostenible de esta invaluable biodiversidad.
flora de Brasil
La gran extensión, la variedad climática y altitudinal, las diferencias de suelos, hacen del Brasil un país de flora muy variada y completa; un 25 % de las especies vegetales conocidas en el mundo tiene representación en este país, en número superior a 50000. Los bosques brasileños ocupan más de 5000000 km2, extensión superior a la de las masas forestales de Canadá, y hacen del país un reservorio gigantesco de maderas, gomas, resinas, celulosa, fibras duras, productos oleaginosos y medicinales; en fin, de todas las materias primas de carácter forestal. Pero de momento la explotación es muy reducida, sobre todo en la cuenca amazónica, que es la zona forestal más extensa e importante. Desde los primeros momentos de la colonización el Brasil litoral (desde Natal a Rio Grande do Sul) se manifestó como un centro abastecedor de maderas preciosas y tintóreas, como el «palo del Brasil», planta de tanta importancia que determinó el nombre mismo del país.
Las «forestas» o bosques tropicales están representadas por la selva virgen amazónica, los bosques de la costa atlántica y la región forestal del valle del Paraná. Los primeros, por efecto del calor y humedad constantes, son densos, tupidos, con árboles de gran altura (50 y 60 m), abundancia de lianas y epífitas, existencia de un espeso sotobosque y, sobre todo, una asombrosa variedad de especies arborescentes (más de 4000). En cada exploración del interior amazónico surge una nueva planta y algunas de ellas han alcanzado un gran valor económico: caucho sobre todo, pero también palo rosa y otras maderas tintóreas, palmeras, castañares, sapucayas, etc. Junto al litoral aparecen los «mangles» (mangle, tintorera, ciriuba, mangle blanco, etc.), pero existen además bosques en los aluviones fluviales. En las orillas de los ríos, inundadas en ciertas épocas, el bosque es exuberante, con abundancia de palmeras. El bosque de tipo amazónico se extiende por la faja litoral del Brasil y alcanza mayor latitud que ningún otro bosque de tipo ecuatorial del mundo; un poco degradado, este bosque penetra en el interior a través de la Serra do Mar por Espirito Santo y Sao Paulo. El clima y la composición del suelo determinan variedades en este bosque litoral; así a los «mangles» de las zonas bajas e inundables se opone la vegetación leñosa de gramíneas de las tierras arenosas y secas o los «coqueiros» (formaciones de palmeras muy densas) de Ceará.
Las zonas húmedas y templadas del extremo sur tienen un bosque más homogéneo, a base de coniferas, entre las que destacan los pinos del Paraná («Araucaria brasileña»), de extraordinario valor económico. La vegetación predominante de la Meseta (Mato Grosso, Minas Gerais, Maranháo, Piauí, Bahía) es el «cerrado», característico de las regiones de clima tropical semihúmedo, con estación lluviosa en verano y seca en invierno.
Los campos de Rio Grande do Sul corresponden a la formación vegetal llamada «campiña» y con sus magníficos pastos recuerdan a las pampas argentinas. Los «campos» son sabanas herbosas que alternan con bosques de árboles espaciados; dominan en la Meseta. La «catinga» es la formación fitogeográfica de las zonas secas del NE y está formada por plantas espinosas y cactáceas, que dejan caer sus hojas en la prolongada estación seca; tiene carácter xerofítico, pero en las épocas lluviosas adquiere el aspecto de selva por el resurgimiento de la vegetación; bajo ese término genérico de «catinga» (mata-clara) se agrupan asociaciones vegetales diferentes por su fisonomía y su flora.
Contrastan con las «catingas» en los estados de Ma-anháo y Piauí otras formaciones vegetales, de carácter higrófilo, formadas sobre todo por las palmeras «babagú», con las que se intercalan otras, como la palmera carnaùba. Vegetación muy especial es la de la región llamada el Pantanal, en el valle del Paraguay, donde aparecen bosques de tipo amazónico, cerrados, campiñas, vegetación acuática, etc.
La necesidad de compensar las pérdidas sufridas por el bosque brasileño en varios siglos de explotación abusiva determinó la reforma en 1954 del Servicio Forestal del Ministerio de Agricultura, encargado de proteger los bosques,, estudiar los medios de conservación del suelo, promover la repoblación, buscar el máximo provecho económico de cada especie vegetal y fomentar el desarrollo de los Parques Nacionales. El fácil crecimiento del eucalipto ha hecho de esta especie una de las preferidas en el plan de repoblación del país.
Los Parques Nacionales tienen como principales misiones las de conservar áreas forestales para fines científicos, estéticos y educativos, desenvolver el estudio de la flora y fauna del país, organizar museos botánicos y herbolarios, etc. Los nueve Parques Nacionales del Brasil son: el de Itatiaia (Rio de Janeiro y Minas Gerais), Iguagú (Paraná), Serra dos Orgáos (Rio de Janeiro), Paulo Alfonso (Alagoas, Pernambuco y Ser-gipe), Campos do Jordáo (Sao Paulo), Rio Doce (Minas Gerais), Monte Pascual (Bahía), Refugio «Soore-tema» (Espirito Santo) y Floresta Nacional Araripe-Apodí (Ceará, Pernambuco, Piauí, Rio Grande do Norte).
