La flora de la Antártida es un conjunto limitado de especies vegetales que se adapta a las duras condiciones de este continente.
A diferencia del Ártico, donde hay una gran diversidad de plantas, en la Antártida predominan solo unas pocas especies, como una única planta fanerógama y algunas hierbas.
La vida vegetal se compone principalmente de musgos, líquenes, algas y hongos, que prosperan en áreas donde la humedad y la fusión de nieve permiten su crecimiento.
flora de la Antártida
Aunque en el Ártico se han encontrado varios centenares de especies de plantas fanerógamas, heléchos y plantas leñosas, las plantas superiores de la Antártida quedan restringidas a una sola especie conocida de plantas fanerógamas y a unas pocas hierbas copetudas que sólo crecen escasamente en el extremo septentrional de la península de Palmer. En la tierra no cubierta por la capa de hielo que se halla al S del Círculo Polar Ártico, la vida vegetal queda limitada a musgos, liqúenes, algas y hongos. Dondequiera que se produce humedad por la fusión de la nieve que rodea las rocas al descubierto caldeadas por el sol florecen plantas primitivas. En los lugares en que la fusión de la nieve es más avanzada y donde a veces se forman pequeñas lagunas, las aves encuentran su hábitat y contribuyen a nutrir las rocas, que de otro modo estarían desnudas. El resultado son liqúenes que se cruzan con musgos y forman una profusa corteza sobre las rocas. La gran variación de formas y colores —rojo, naranja, amarillo, verde, pardo, negro y blanco— del centenar o más de líquines simbióticos (algas y hongos que cohabitan a guisa de planta única) presta vistosidad floral a las rocas parduscas que sobresalen de las nieves perpetuas. Muchas de las especies identificadas fueron consideradas al principio como exclusiva del Antàrtico, pero más tarde se vio que existen en Sudamérica, el Ártico y otras zonas montañosas alpinas.
En las lagunas de nieve derretida, que alternativamente se deshielan en verano y se hielan con las temperaturas invernales extremadamente bajas, prosperan con sorprendente diabilidad algas y microorganismos animales. Aun en la nieve —lejos del mar, de tierra descubierta, de las aves, de los animales y del hombre— se han encontrado bacterias vivas, granos de polen y esporas vegetales procedentes de las zonas templadas.