La fragilidad es una característica que se define por su debilidad, vulnerabilidad y susceptibilidad a sufrir daños o romperse con facilidad.
En términos físicos, se refiere a la falta de resistencia o solidez de un objeto o material, haciéndolo propenso a quebrarse, fracturarse o desmoronarse ante presiones o impactos.
En un sentido físico, la fragilidad se refiere a la falta de resistencia o solidez de un objeto o material, lo que lo hace propenso a quebrarse, fracturarse o desmoronarse ante cualquier presión o impacto.
En un contexto más amplio, la fragilidad puede aplicarse también a aspectos emocionales, psicológicos o sociales de las personas.
Una persona frágil emocionalmente es aquella que se siente vulnerable, insegura o delicada frente a situaciones estresantes, conflictos o adversidades. Esta fragilidad emocional puede manifestarse en forma de ansiedad, depresión, miedo o inestabilidad emocional.
Asimismo, en el ámbito social, la fragilidad puede referirse a la precariedad de ciertos sistemas, instituciones o estructuras que son susceptibles de colapsar o deteriorarse con facilidad si no se fortalecen o protegen adecuadamente.
La fragilidad de una sociedad puede deberse a desigualdades económicas, conflictos políticos, crisis humanitarias u otros factores que ponen en riesgo su estabilidad y cohesión.
Ejemplos de uso: "La fragilidad de la copa de cristal se hizo evidente cuando se rompió al caer al suelo".
"Después de la pérdida de su ser querido, mostró una fragilidad emocional que nunca antes había experimentado".
"La fragilidad de la economía del país se vio reflejada en la crisis financiera que enfrentaron".
"La fragilidad de la democracia se pone a prueba en momentos de conflictos políticos y sociales".
"Es importante reconocer y abordar la fragilidad de las estructuras sociales para fortalecer la cohesión y estabilidad de la comunidad".