La fuerza G negativa se experimenta en maniobras aéreas como el picado o giros bruscos, donde el piloto siente una aceleración hacia arriba que puede causar efectos como visión borrosa o sensación de plenitud cerebral.
En aeronáutica, esta fuerza se mide en términos de G negativa y puede resultar más difícil de tolerar para el cuerpo humano que la G positiva.
La mayoría de los pilotos comienzan a sentir sus efectos alrededor de —2 a —3 G.
En ciertas maniobras (picado, vuelo invertido, giros hacia fuera), el aviador puede verse sometido a tanta aceleración radial que acabe por «ver rojo». Si, por ejemplo, se lanza súbitamente el avión en picado desde la posición de vuelo horizontal, el cuerpo del piloto (si está sentado) queda sometido a una fuerza en dirección cabeza-asiento que le hace reaccionar en dirección asiento-cabeza. Tal es la llamada aceleración negativa, que se mide en términos de G negativa. Esta fuerza produce al piloto el efecto de ser levantado del asiento y determina un aflujo mayor de sangre a la cabeza que le ocasiona palpitaciones y sensación de plenitud cerebral. Con frecuencia nota el piloto como si los ojos se le llenasen de arena y los objetos aparecen rojos. En tales condiciones, los pequeños vasos sanguíneos del blanco del ojo corren peligro de rotura.
El organismo humano tolera menos la fuerza G negativa que la G positiva. La mayoría de los aeronautas empiezan a notarla de —2 a —3 G. Entre —3 y —4,5 G se produce intensa presión dentro de la cabeza, con sensación de que el cráneo va a estallar y los ojos a salirse de las órbitas. No se pierde el conocimiento, pero se experimenta confusión mental que puede persistir durante varias horas. Si en tales circunstancias estalla un vaso importante del cerebro, el aviador puede morir de apoplejía.