El término fulidor se refiere a un tipo de ladrón originario de la cultura germánica, que se caracteriza por contar con la ayuda de muchachos para facilitar su actividad delictiva.
Estos jóvenes son quienes abren las puertas durante la noche, permitiendo así que el fulidor pueda llevar a cabo sus robos de manera más efectiva.
Esta figura resalta la colaboración en el mundo del crimen, donde la astucia y la estrategia son fundamentales.