El futuro del derecho penal se presenta como un campo en constante evolución, profundamente conectado con el derecho natural.
Este ámbito jurídico no solo protege valores fundamentales como la vida, la libertad y el patrimonio, sino que también busca equilibrar la relación entre el individuo y la sociedad.
A medida que se avanza hacia una unificación de los sistemas punitivos y se intensifica la lucha contra la criminalidad internacional, se vislumbra un camino hacia una justicia más efectiva y equitativa.
futuro del derecho penal
El Derecho penal es entre todos los derechos el más firmemente enraizado al derecho natural; defiende los valores que le son más queridos al hombre; su vida e integridad corporal, su honor, su libertad y seguridad, la honestidad y el patrimonio, y cumple a través de la pena una doble función de prevención general —intimidando a todos— y de prevención especial —reprimiendo y corrigiendo a cada uno de los delincuentes—. Esta protección y esta función serán, tanto más eficaces cuanto más se aproxime el Derecho penal al Derecho natural, reduciendo al máximo los delitos artificiales, unlversalizándose gradualmente y unificando así en cierta manera todos los ordenamientos jurídico-punitivos. Buscando así un equilibrio justo entre la sociedad y el individuo y fortaleciendo la cohesión entre las naciones, la lucha contra la criminalidad internacional habrá dado un definitivo paso hacia adelante, en cuya misión están empeñados las mentes más preclaras e ilustres. Fue también un deseo de S. S. Pío XII, cuya obra, ha dicho Fraigneux, constituye una filosofía y una teología de la paz, y debemos hacerlo realidad los hombres del mundo actual. Dijo el Pontífice: «Como quiera que en nuestros días se cambia fácilmente de domicilio y se pasa fundamentalmente de un Estado a otro, es de desear que, al menos los delitos más graves, se sancionen en todas partes y a ser posible de una manera igualmente severa, de modo que los culpables no puedan en ninguna parte sustraerse o ser sustraídos al castigo».
Sin olvidar jamás que el Derecho penal internacional, si alguna vez llega a ser realidad, ha de fundamentarse en los clásicos y por ahora inconmovibles principios de legalidad y en las normas eternas del Derecho natural si no quiere convertirse en un instrumento de venganza en manos del último vencedor en cada momento histórico para aniquilar al vencido.