La geografía de Brasil se caracteriza por un relieve relativamente simple, donde predominan los altiplanos y mesetas, que ocupan la mayor parte del territorio.
Este país presenta tres grandes regiones naturales: la llanura amazónica, la meseta y el reborde atlántico.
La vasta llanura amazónica, con su horizontalidad casi perfecta, está rodeada por zonas elevadas que han influido en la formación de su suelo.
Además, el Macizo de las Guayanas aporta un contraste notable en su relieve.
geografía de Brasil
El relieve brasileño es relativamente simple. Se caracteriza por la ausencia de grandes sistemas montañosos, pues los altiplanos y mesetas ocupan el 58 % de la extensión del país, las llanuras un 30 % y sólo el 12 % restante es zona moderadamente montañosa, sin las grandes elevaciones de los vecinos países andinos. Existen tres grandes regiones naturales: la llanura amazónica, la meseta y el reborde atlántico. El valle amazónico, que rebasa los límites políticos del Brasil, se extiende por más de 6000000 km2 y tiene una horizontalidad casi perfecta. Gigantesca cubeta, se halla rodeada de zonas elevadas: Macizo de las Guayanas, Meseta brasileña y Cordillera de los Andes, que, al ser erosionadas intensamente, han contribuido con sus aluviones a formar el suelo de la gran llanura.
Al Brasil le corresponde la vertiente meridional del Macizo de las Guayanas, que es escarpada y contrasta con el descenso escalonado de su vertiente septentrional. Su sección oriental se extiende paralela a las cuencas de los ríos Tacatú y Rupununi, llega hasta el litoral y presenta altitud muy moderada, ya que culmina en el monte Bakhuis a 1160 m. La sección occidental está formada por las sierras de Paracaima y Parima y su pico más elevado es el Roraima. En general el Macizo de las Guayanas se eleva desde la periferia al centro, donde se forman las «chapadas», extensas mesetas. En las zonas limítrofes de las cuencas del Orinoco y Amazonas aparecen capas horizontales de areniscas con intercalaciones de «trap», que recuerdan las de la meseta del Paraná. Parte del declive brasileño del Macizo de las Guayanas está formada por areniscas blandas y arcillas, que forman mesetas de hasta 300 m de altura sobre el río. Los montes de Tumuc-Humac tienen rocas cristalinas y metamórficas que se prolongan por el fondo de los valles de los ríos hasta poca distancia de sus orillas.
La Meseta brasileña es un conjunto de penillanuras orientadas hacia el E y SE, que se extiende sobre más de 2600000 km2 y afecta a los estados brasileños de Maranháo, Piauí, Pernambuco, Bahía, Minas Gerais, Sao Paulo, Goiás y Mato Grosso. Sus suelos graníticos y de estructura tabular tienen una altitud moderada, de 600 a 1000 m. Contrastan los valles fluviales con las «serras», montañas poco elevadas que se presentan cerca de la costa, por lo que la Meseta termina bruscamente sobre el Atlántico y mucho más suavemente hacia el valle del Amazonas. Presenta la Meseta brasileña forma triangular, con su lado más amplio hacia el borde oriental y el más reducido hacia el bajo Amazonas. Formó parte del continente de Gondwana y se vio agitada por los primeros plegamientos primarios (huroniano y caledoniano) que formaron montañas, más tarde arrasadas por la erosión; dichas cadenas montañosas recibieron el nombre de «Brasílides» y, aunque han desaparecido, todavía se manifiesta la orientación de los antiguos pliegues NE-SO. Las zonas más intensamente plegadas son las que se encuentran a lo largo del litoral, donde forman el escarpe costero que se conoce con el nombre de Serra do Mar. La antigüedad de los terrenos es menor hacia el interior, lo que es un hecho verdaderamente curioso. El Brasil oriental, cristalino y plegado, con sierras más o menos aplanadas, contrasta con el Brasil occidental, de estructura tabular, con predominio de las «chapadas» o mesetas horizontales, en las que dominan los estratos secundarios. Brasil constituyó un escudo resistente sobre el cual no actuaron los plegamientos herciniano y alpino, sino solamente fallas que siguieron dos direcciones: la NE-SO de los primeros plegamientos, y otra perpendicular, lo que determinó cuadrículas de fallas que, aunque niveladas por la erosión, han reaparecido tras nuevos ciclos erosivos. La parte más occidental de la Meseta, en las tierras elevadas de Goiás y Mato Grosso, está formada por sedimentos mesozoicos, en los cuales los valles excavados por los ríos rompen la monotonía general de una superficie casi siempre horizontal; las tierras se elevan hacia la zona de nacimiento del Corumbá hasta los 1000 a 1200 m; en esa zona los valles fluviales se encajan entre los vaos, que son escarpes de areniscas. Las alturas descienden hacia Mato Grosso y forman mesetas de horizontalidad casi perfecta, cubiertas de suelos de arcillas lateríticas o de arenas movedizas, llamados ios primeros canga y areial los segundos.
Aunque menos extenso que el valle amazónico y la Meseta, el llamado «reborde atlántico» es orográfica-mente importante por encontrarsen allí las principales montañas del país y los relieves más accidentados y erosionados, formados por una red de fallas que se extiende a lo largo del litoral en más de 5000 km. Esta región no es del todo uniforme, pues al NE se presenta una serie de sierras de moderada altitud (1000 m de media), paralelas en general al litoral; más al S, en el E, las montañas antiguas, constituidas por gneis y granitos, alcanzan mayor altura (frecuentemente pasan de los 2000 m) y, aunque están formados por un conjunto confuso de serranías, se les suele dar genéricamente el nombre de Serra do Mar; finalmente, el S es menos accidentado, pues la Serra do Mar desciende sobre zonas más llanas, dé excelentes rendimientos agrícolas y ganaderos. El nombre de Serra do Mar se aplica con más precisión a la cadena de montañas que se alargan entre Sao Paulo al N y Rio Grande do Sul al S y es en realidad el reborde oriental de la Meseta brasileña, con vertiente abrupta hacia la costa. Prolongada por otras elevaciones, tanto al N como al S, se ofrece desde Pernambuco a Montevideo como una muralla que tan pronto' se adentra unos 30 km en el interior como alza sus cumbres sobre el mismo litoral; aunque se presenta en forma casi continua, no faltan algunas gargantas transversales en la cadena, apro
vechadas por las líneas férreas que penetran hacia el interior desde los puertos de Salvador, Espirito Santo, Rio de Janeiro, Santos y otros. Las fallas que contribuyeron a su formación se cortan a veces en ángulo recto y descomponen las cadenas en bloques de forma cuadricular. De la gran alineación costera brasileña se desprenden numerosas «serras» que hacen confusa la orografía del interior. El valle medio e inferior del Paraíba y el superior del Tiéte separan de la alineación costera una cadena interior, de estructura orográfica similar, que se conoce con el nombre de Serra da Man-tiqueira, que en algunas zonas se confunde con la Serra do Mar. Frente a Rio de Janeiro, en la Serra de Caparaó, se alza la cima del ltatiaia, o Pico Bandeira, con 2884 m; de origen volcánico, conserva todavía dos viejos cráteres y manifestaciones de su antigua actividad, como fuentes sulfurosas; está formado por tres picos, llamados Agulhas Negras, a los que la nieve cubre algunas temporadas.
La gran hoya fluvial del río Sao Francisco aparece limitada al E por una serie de sierras que se inician por el S en las proximidades del Itatiaia con la Serra do Espinhago, prolongada hacia el N por la de Irambicara y por la Chapada Diamantina; las cimas de mayor altitud (1200 m) se encuentran un poco al E de la cadena principal. El macizo de Ouro Préto culmina en el Itacolumi (1750) y el de Diamantina en el Itambé (1876) y la cadena de Boas (2200). Del Itambé, entre los ríos Doce y Jequitinhonha, se desprende la Serra do Chifre, que más cerca de la costa recibe el nombre de Serra dos Aymorés. Al N de Diamantina la cadena dorsal se continúa con los nombres de Serras de Grao Mogol, Branca, das Almas y Préta.
Los valles del Paranaíba-Paraná y del Sao Francisco están cerrados al O por otra alineación montañosa que se inicia por el S en la Sierra de Amambay y se prolonga hacia el NE por las «serras» dos Bacús y Santa Marta; ésta enlaza con la Serra dos Parecis hacia el O a través de la Meseta de Mato Grosso. Más al NE de la Serra de Santa Marta se encuentra la Serra Divisoes, que llega hasta el Distrito Federal; de ella se desprenden hacia el N la Serra do Fanha y su prolongación la de Chavantes, que separan las cuencas del Tocantins y el Araguaia. Como divisoria de aguas entre el Tocantins y el Sao Francisco se alzan las sierras de Paraná y Taguatinga, que por el N llegan hasta el estado de Bahía. Las Serras de Tabatinga, do Piauí, Dois Irmaos, Araripe, Corirís Velhos, entre otras, constituyen el límite septentrional de la cuenca del Sao Francisco y su divisoria de aguas con los ríos costeros del N del Brasil.
En la Meseta de Goiás se sitúan los Pyreneos, continuación occidental de la Serra do Paraná. Ésta aparece unida también a las de Santa Marta y Santa Rita, que con la de Sao Jerónimo marcan la divisoria de aguas entre las cuencas del Amazonas y del Plata. De la Serra do Mantiqueira, casi en el centro del Brasil, se desprende hacia el O la Serra da Canastra, prolongada por las de Matta da Corde y Piloes y por la chapada de Sao Marcos; Serra da Canastra (1300 m) separa las cuencas del Sao Francisco y el Grande.
Sobre la meseta del NE se alza una serie de elevaciones aisladas, que unen el macizo del Norte con el Central; son la chapada de Mangabeira y las Serras de Tabatinga y Gurgueia. La Chapada Borborena atraviesa los estados de Rio Grande do Norte, Parnaíba y Pernambuco hasta las orillas del río Sao Francisco; su vertiente oriental es más escarpada que la occidental, que desciende al «sertáo». Con una altitud media comprendida entre 500 y 750 m y altitudes máximas poco superiores a los 1000, recibe diversos nombres según los estados que cruza. La Chapada Ibiapaba o Sierra Grande separa los estados de Piauí y Ceará, con vertiente más brusca sobre este último; está separada de la Chapada Araripe por una garganta de rocas antiguas. Entre Ceará y Rio Grande do Norte se alza la Chapada de Apodí, atravesada por el río Mossoró. En el estado de Maranhao existen una serie de sierras que, aunque de altitud modesta (700 a 800 m), son escarpadas por efecto de una erosión muy activa; son prolongación del Macizo Central y se alzan sobre el llamado «complejo brasileño», formando lo que se ha denominado «Arcos Maranhenses». Las principales son las de Valentín e Itapicurín, que separan las aguas de este río y del Parnaíba, y las de Alpercatas, Canellas, Negro y Mangabeiras.