La palabra gilito tiene su origen en el contexto religioso, refiriéndose a un fraile descalzo de la orden de San Francisco, específicamente aquellos que pertenecían al convento de San Gil en Madrid.
Este término evoca una conexión con la tradición y la espiritualidad de la época, reflejando la vida austera y dedicada de estos religiosos.
Así, "gilito" no solo es un adjetivo, sino también un símbolo de una herencia cultural y religiosa.