La hidrografía de Cuba se caracteriza por la disposición del relieve que da lugar a dos vertientes: la septentrional, estrecha, y la meridional, más amplia.
Los ríos cubanos presentan un curso corto y un caudal pobre, además de un régimen irregular que provoca el agotamiento de sus cauces en épocas secas.
Destacan corrientes como el Cauto, el más caudaloso, y otros ríos que se pierden en ciénagas o forman ríos subterráneos.
hidrografía: ríos y lagos de Cuba
La disposición del relieve determina dos vertientes de extensión bastante desigual: la septentrional es muy estrecha y la meridional más amplia. La escasa anchura de la isla y el clima de precipitaciones estacionales determinan los dos caracteres esenciales de los ríos cubanos: corto curso y pobre caudal por una parte y régimen muy irregular con agotamiento de los cauces en la época secá por otra. Algunas corrientes se pierden en las ciénagas próximas al litoral y otras desaparecen por el suelo poroso de las rocas calizas para formar ríos subterráneos, que a veces reaparecen (Cuyaguateje) y otras siguen cauces ignorados bajo tierra (Ariguanabo).
El más caudaloso de los ríos cubanos es el Cauto, extendido entre Sierra Maestra y los núcleos montañosos del N de la provincia de Oriente; desemboca en la bahía de Guacanayabo y es navegable en su curso inferior para barcos de poco calado. En la costa meridional desembocan, entre otros, el Hatiguanico, que sirve de desagüe a la pantanosa ciénaga de Zapata, y el Cuyaguateje, el más caudaloso de la región occidental. Menos importancia tienen el Zaza, Aguabama y Damují. En la vertiente septentrional los ríos principales son el Almendares, que desemboca a 5 km de La Habana; el de la Palma, que cruza la provincia de Matanzas; el Sagua la Grande y Sagua la Chica, en la de Las Villas, y el Sagua de Tánamo, en la de Oriente.