La historia de la artillería en la II Guerra Mundial refleja una evolución significativa en la tecnología militar.
Aunque los alemanes mantenían cierta artillería hipomóvil, la tendencia se inclinó hacia la motorización y el uso de afustes autopropulsados, permitiendo el fuego en movimiento.
Los cañones, como el famoso 88 mm, se adaptaron para múltiples funciones, demostrando su eficacia en batallas clave.
Este conflicto marcó un avance en la movilidad y precisión de las piezas, con cañones más pesados y sofisticados que sus predecesores.
historia: artillería en la II guerra mundial
Aunque los alemanes conservaban alguna artillería hipomóvil, la tendencia general apuntaba hacia la motorización completa y los afustes autopropulsados que permitían hacer fuego sobre la marcha. Los cañones contracarro, limitados en principio a 37 y 50 mm de calibre, evolucionaron hasta convertirse en armas tan pesadas como el alemán de 88 mm de empleo múltiple, que fue utilizado como pieza contracarro, antiaérea y de campaña e incluso llegó a montarse en carros pesados; demostró su eficacia en la trampa tendida a las fuerzas blindadas británicas que condujo a la captura de Tobruk. Incluso en aviones se montaron cañones hasta de 75 mm de calibre.
La artillería de la I y II Guerra Mundial era muy semejante, aunque las piezas del segundo conflicto estaban dotadas de mayor movilidad, mejores alzas y más perfectos dispositivos balísticos. Durante la II Guerra Mundial todas las potencias construyeron cañones más pesados, como los de 155 mm («Long Tom») y 240 mm del ejército norteamericano. Las piezas artilleras montadas sobre orugas combinaban la potencia de fuego con la movilidad en todo terreno; la artillería, naval y antiaérea especialmente, utilizó sistemas de carga automáticos y empleó el radar para la dirección del tiro. El empleo de las espoletas de proximidad o de tiempo, que hacen explotar los proyectiles al acercarse al blanco, eliminó la necesidad del impacto directo. El creciente empleo de los morteros motivó la creación de tipos mejores y más pesados: los principales ejércitos del mundo adoptaron el mortero ligero sin retroceso.
Este mortero, llamado artillería del infante, carece de «culatazo» o retroceso, ya que permite el escape de parte de los gases impulsores por el cerrojo. No precisa pesadas cureñas, afustes ni mecanismos amortiguadores y no ofrece dificultades de transporte; su alcance es algo más limitado que el de las armas similares. El de 57 mm puede dispararse desde la espalda o sobre un afuste ligero; los de mayor calibre (75 y 105 mm) van montados en jeeps u otros vehículos ligeros. Su principal desventaja es la zona de peligro creada a retaguardia en su asentamiento por el escape de gases, que, además, revelan en la obscuridad la posición al enemigo.
El lanzacohetes ligero o bazooka entró a formar parte de las armas pesadas de la infantería durante la II Guerra Mundial con misión principal contracarro. Viene a ser un tubo de gran diámetro, abierto por ambos extremos, que dispara con gran precisión un cohete de 60 mm, con carga hueca, capaz de poner fuera de combate a un carro a corta distancia. Recibió su nombre del trozo de tubo que utilizaba como «instrumento musical» el cómico de radio Bob Burns. El ejército alemán utilizó un arma parecida, el «Ofen-rohr» o tubo de estufa.
Casi todas las naciones aliadas emplearon armas y organización artillera similares, aunque los rusos crearon la llamada división de artillería, gran concentración artillera, a veces hasta de 1000 piezas.
Perfeccionamientos posteriores. Las mejoras introducidas con posterioridad a la II Guerra Mundial están basadas en las enseñanzas obtenidas en dicho conflicto. Aumenta la movilidad y es cada vez mayor el número de piezas autopropulsadas. La infantería norteamericana ha recibido armas más pesadas, especialmente contracarros, como el «superbazooka», lanzacohetes de 89 mm, utilizado por primera vez en 1950 durante la Guerra de Corea contra los carros comunistas, y el mortero sin retroceso de 105 mm montado sobre jeeps. La artillería de costa ha perdido importancia, al tiempo que la amenaza de bombardeos atómicos ha otorgado prioridad a las armas antiaéreas.
Como defensa contra los bombarderos ligeros, el ejército norteamericano ha creado el «Skysweeper», cañón de 75 mm, verdadera «ametralladora artillera» capaz de disparar 45 proyectiles por minuto. Su dispositivo de radar localiza los aviones enemigos a gran distancia y apunta la pieza automáticamente; es autopropulsado y puede ser aerotransportado. También ha hecho su aparición un arma antiárea de tipo radicalmente nuevo: los ingenios llamados misiles teledirigidos como los «Nike». No son artillería en el sentido tradicional, sino una especie de cohete cuyo vuelo puede regularse desde lejos. Su cabeza de combate surca los cielos a grandes velocidades, dirigida contra el blanco desde un puesto que utiliza el radar y otros dispositivos electrónicos supersensibles. El cañón antiaéreo norteamericano más pesado, el Stratosphere de 120 mm, suele montarse en posición fija contra bombarderos de techo muy alto.
Uno de los adelantos artilleros más sensacionales es el cañón atómico, de 280 mm, probado por el ejército norteamericano el 25 de mayo de 1953. La pieza, con 32 km de radio de acción y 85 t de peso, es transportada por dos potentes camiones y puede disparar indistintamente granadas corrientes o atómicas. Su poder destructor es equiparable al de las bombas atómicas lanzadas durante la II Guerra Mundial.
Otra nueva arma aparecida en 1954 es el «Honest John», cohete de 6 m de longitud, varias toneladas de peso y plataforma de lanzamiento autopropulsada, que está destinado a apoyar a corta distancia a las fuerzas de tierra y puede transportar una cabeza de combate atómica o una carga convencional de alto explosivo. De sencillo manejo y movilidad superior a la artillería normal, tiene la potencia destructora de cientos de granadas. Otros numerosos ingenios de diversa especie tienen radios de acción que hacen parecer ridículo el alcance del cañón de 280 mm y del «Honest John», pero, aunque realizan misiones artilleras, se clasifican con más propiedad en la categoría relativamente moderna de misiles dirigidos que en la de artillería.