En el periodo neoclásico, las viviendas se caracterizaban por seguir los principios estéticos y arquitectónicos de la época. El neoclasicismo se inspiró en la arquitectura de la antigua Grecia y Roma, por lo que las viviendas neoclásicas solían tener líneas rectas y simétricas, fachadas sobrias y equilibradas, y una gran atención al detalle.
Las viviendas neoclásicas solían ser de dos o tres pisos, con una distribución simétrica de las habitaciones. Las fachadas eran generalmente de piedra o estuco, con columnas y frontones que imitaban los templos clásicos. Los interiores solían tener techos altos, molduras decorativas y detalles ornamentales inspirados en la antigua Grecia y Roma.
En cuanto a la distribución de las habitaciones, las viviendas neoclásicas solían tener un vestíbulo de entrada que conducía a un salón principal, seguido de una serie de habitaciones más pequeñas, como comedores, salas de estar y dormitorios. También se prestaba atención a los jardines y patios, que solían ser diseñados en un estilo simétrico y formal.
En resumen, las viviendas del periodo neoclásico se caracterizaban por su elegancia y sobriedad, inspiradas en la arquitectura clásica de la antigua Grecia y Roma.
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