La historia de Barcelona (provincia) es un fascinante relato que se remonta a sus orígenes, donde la leyenda atribuye su fundación a Amílcar Barca.
Sin embargo, los descubrimientos arqueológicos revelan que los primeros habitantes fueron iberos y griegos.
A lo largo de los siglos, la ciudad fue conquistada por cartagineses, romanos y visigodos, hasta caer bajo el dominio sarraceno.
En el año 801, fue liberada y se convirtió en un importante condado feudatario, marcando el inicio de su desarrollo político y cultural.
historia de Barcelona (provincia)
La leyenda atribuye la fundación de la ciudad de Barcelona a Amílcar Barca, de cuyo nombre derivaría el Barcino, pero los descubrimientos arqueológicos demuestran que los primeros asentamientos de la región fueron iberos o griegos. Posteriormente fue invadida ésta por cartagineses y romanos, en cuyas manos permaneció como integrante de la provincia Tarraconense hasta la llegada de los visigodos al mando de Ataúlfo (415). Trescientos años más tarde cayó la región en poder de Abdul-Aziz y permaneció sometida al yugo sarraceno alrededor de un siglo hasta el 801, en que fue liberada por Ludovico Pío y transformada en condado feudatario de los francos. Formando parte de la Marca Hispánica fue su primer gobernador el conde Bera, al que siguieron diversos «beneficiarios». Independizada por Wifredo el Velloso, fue luego gobernada por los Borrell y los Ramón Berenguer. Cuando Ramón Berenguer IV, casado con Petronila, hija de Ramiro II de Aragón, legó el condado a su hijo Ramón y le cedió además sus derechos a la corona aragonesa, quedó consolidada la unión entre el condado catalán y el reino aragonés. Ramón, con el nombre de Alfonso II, fue proclamado rey de Aragón y Cataluña y desde entonces la historia de Barcelona corre paralela, con el resto de Cataluña, a la de Aragón hasta la Edad Moderna. Barcelona ha sido una de las provincias españolas más castigadas por las guerras: se vio sometida a las contiendas de tiempos de Felipe IV y a las de la Guerra de Sucesión; fue una de las primeras en sufrir la invasión de los franceses (1808), en cuyo poder permaneció hasta 1813; padeció con las Guerras Carlistas (1835 y 1875) y ha experimentado numerosas convulsiones sociales y políticas durante la Edad Contemporánea. A pesar de ello y del grave quebranto sufrido en la última guerra civil, la tenacidad y laboriosidad de sus habitantes han conseguido mantener sin interrupciones el auge de la provincia, que hoy ocupa lugar principalísimo entre las españolas.