La historia de Burgos se remonta al año 884, cuando el conde Don Diego, bajo la orden de Alfonso III, fundó la ciudad en la falda de un cerro, junto al río Arlanzón.
Este asentamiento se convirtió en un importante cruce de caminos, facilitando el comercio y las peregrinaciones.
A lo largo de los siglos, especialmente tras la batalla de Atapuerca, Burgos floreció como un centro mercantil clave, destacándose en la conquista de Sevilla y el comercio con Flandes.
historia de Burgos (ciudad)
Poblada en el año 884 por el conde Don Diego, de orden de Alfonso III, nació, según indica su nombre, como conjunto de pueblos, en la falda de un cerro que recortan el Arlanzón y un afluente formado por la unión del Pico y el Vena. Ha sido confluencia de tres caminos: la antigua vía romana que penetraba desde La Bureba, más tarde utilizada como ruta de peregrinos; la nueva vía de peregrinación, procedente de La Rioja, organizada por Alfonso VI; y el camino que la comunicaba con los puertos del Cantábrico.
Al alejarse los moros en el siglo x y desaparecer en el xii el peligro navarro después de la batalla de Atapuerca (1035), inicia Burgos sus relaciones mercantiles con los puertos del N e interviene con los vascos en el comercio con Flandes. Así un burgalés, Ramón de Bonifaz, dirige las naves en la conquista de Sevilla y más tarde Alfonso X coloca aquí la cabeza del Almirantazgo de Castilla. La ciudad crece durante los siglos xii y xiii con el esplendor de las peregrinaciones a Santiago. En la segunda mitad del siglo xv y primera del xvi alcanza la cumbre de su riqueza; es cuando la Catedral se corona con las dos bellas torres caladas construidas por Juan de Colonia.
En el siglo xvi se ve afectada por la decadencia de las ciudades de la Meseta y no consigue rehacerse hasta que se deseca el brazo del río Vena que impedía la expansión, hecho que ocurre en el siglo xviii. En el siglo siguiente la larga ocupación francesa ocasionó enormes destrozos, de los que se recuperó muy lentamente. Se inicia entonces la expansión hacia el E, donde se instalan los centros burocráticos derivados de las nuevas funciones de Burgos: capital de provincia y cabeza de región militar. En 1860 se inaugura el ferrocarril del Norte, que le da nuevo impulso, pero es sobre todo en los últimos veinte años cuando Burgos ha sufrido una fuerte renovación en el orden urbano y económico hasta convertirse en una ciudad en la que se hermanan perfectamente el arte de sus monumentos, el sabor clásico de sus viejas calles y el sentido moderno de la construcción que se observa en sus diversos ensanches.