La Historia de la Alfombra se remonta a civilizaciones antiguas, donde se han hallado representaciones de tejedores en monumentos funerarios egipcios y mesopotámicos.
Desde frescos en Tebas hasta alfombras del siglo VI a.C., este arte ha evolucionado notablemente.
Aunque los griegos perfeccionaron la técnica, los tejedores orientales destacaron por su maestría.
Hoy, Asia Central sigue siendo un referente en la producción de alfombras, gracias a sus materiales únicos y tradiciones artesanales.
Historia De La Alfombra
En monumentos funerarios egipcios y mesopotámicos que se remontan al 2800 a. de J.C. se han encontrado representaciones gráficas de tejedores de alfombras. Un fresco de Tebas del 1700 a. de J.C. nos muestra a tres tejedores ante su telar. En esta misma ciudad se encontró en el curso de unas excavaciones una alfombra tejida posiblemente entre el 666 y el 358 a. de J.C. Mide 0,28 x 0,24 m y ostenta el dibujo de un muchacho y un ganso. En el 480 a. de J.C. los griegos habían perfeccionado extraordinariamente este arte, aunque eran superados en su labor por los tejedores orientales. En las mezquitas persas se conservan alfombras del siglo xiii.
Salvo contadas y raras excepciones, las alfombras más antiguas que se conocen datan del siglo xvi y proceden de una zona del Asia Central que se extiende desde Turquía a China. Esta región conserva todavía su supremacía y cuenta para defenderla con el largo vellón de sus ovejas, el mohair de sus cabras de Angora y el pelo de camello. El telar común consistía simplemente en un par de varas hincadas verticalmente y separadas por una distancia aproximadamente igual a la longitud de la alfombra. Esta armazón mantenía a dos rodillos; en el superior iban arrollados los hilos de la urdimbre, cuyos extremos se sujetaban al inferior. En la urdimbre se anudaban mechones de estambre teñidos previamente con arreglo a un diseño cuidadosamente trazado.
El tejido de alfombras fue gala de la artesanía persa durante los siglos xvi y xvii. Los alfombreros persas, para quienes ningún material resultaba demasiado selecto, utilizaron las más bellas sedas, tramas de oro y plata e incluso piedras preciosas y perlas para adornar sus más bellos trabajos. En sus dibujos han legado el modelo clásico de las actuales alfombras orientales. Emplearon con profusión la ornamentación naturalista y copiaron algunos motivos a sus conquistadores tártaros. Algunos diseños representan masas de flores y de árboles enlazados por miríadas de retorcidos tallos; también fueron motivos favoritos las escenas cinegéticas, animales, jarrones de flores y medallones de palmitos, ejecutados con gran riqueza de colorido y, frecuentemente, sobre fondo carmesí. Los persas introdujeron este arte en la India, cuya labor empero perdió categoría en cuanto desapareció la influencia persa: sus últimos trabajos revelaban la escasez de lanas de buena calidad y adolecían de rigidez en el dibujo y excesiva rigidez en los colores. Las alfombras turcas de los siglos xvi y xvii fueron casi exclusivamente de lana pura, teñida en brillantes colores. Sus dibujos, inspirados casi siempre en la Naturaleza, se caracterizaban por la ausencia del diseño geométrico, aunque posteriormente optaron por las tendencias abstractas. Las alfombras caucásicas, parecidas a las turcas y persas, presentaban sin embargo un dibujo más artístico y utilizaban con mayor profusión el blanco. Los chinos tejieron alfombras de basta contextura y pelo grueso sobre urdimbre de algodón. En sus dibujos predominaron las volutas vegetales, medallones calados y muchos símbolos y animales mitológicos comunes al arte chino. Los colores tenían valores simbólicos: rojo significa fuego y sur; negro, agua y norte; azul o verde, madera y este; blanco, metal y oeste; amarillo, tierra y centro. Este último color fue el preferido como fondo.
Europa importó sus primeras alfombras del Asia Menor; en el siglo xiv se intentó, sin éxito, fabricar comercialmente alfombras en Bristol. El primer país europeo dedicado a esta labor en gran escala fue Francia, cuya industria empleaba a comienzos del siglo xvii a buen número de protestantes franceses. La revocación del Edicto de Nantes (1685) obligó a estos alfombreros a emigrar a Inglaterra, Holanda y Flandes. Su influencia en algunas ciudades inglesas como Bristol, Kidderminster y Axminster estimuló poderosamente la industria inglesa. A mediados del siglo xviii se inició la fabricación de alfombras en Wilton y Bruselas. Ambas ciudades emplearon urdimbre y trama de algodón o yute y un estambre barato de pelusa corta.