Historia de la caricatura antigua

La historia de la caricatura antigua se remonta a tiempos ancestrales, evidenciada en papiros egipcios, jarrones etruscos, cerámica griega y murallas romanas.

Desde Herculano hasta Yucatán, se aprecia la presencia de garabatos murales y representaciones más elaboradas.

En la obra de Thomas Wright se encuentran antiguas caricaturas griegas que reflejan amor y humor, similares al estilo de la revista inglesa Punch.

Los graffiti antiguos, con sus alusiones picantes y personales, muestran la conexión entre la caricatura y la sociedad de cada época.

historia de la caricatura antigua
historia de la caricatura antigua
  1. Los papiros egipcios, los jarrones etruscos, la cerámica griega, las murallas de Roma, Herculano y Pompeya y las ruinas de Yucatán, todo demuestra la afición eterna a la caricatura, ya en forma de toscos graffiti (garabatos murales), ya en representaciones mucho más hábiles y complicadas. Algunas son maravillosamente modernas en estilo y sentimiento.

    En la History of Caricature de Thomas Wright (1875) aparecen antiguas caricaturas griegas de amor a lo Romeo y Julieta y de Apolo en Delfos, que no desentonarían en las páginas del semanario humorístico inglés Punch.

    Tal vez los grafiti sean más del gusto moderno con sus alusiones picantes y personales a ciudadanos de la época, glosadas con breves palabras explicativas.

    El descubrimiento de la imprenta dio formidable impulso a esta clase de arte. En realidad, la caricatura empezó en Europa en el siglo xv, principalmente con el trabajo de Hans Holbein el joven y Lucas Cranach. Y lo mismo que los primeros cristianos fueron caricaturizados en Pompeya por su religión, también Martín Lutero y sus compañeros de reforma fueron satirizados por este medio como predicadores de nuevas ideas.

    A fines del siglo xvi nació Jacques Callot, a quien se incluye generalmente entre los caricaturistas por su humor satírico y la intensa vivacidad de sus figuras que, sin embargo, no son exactamente caricaturas.

    Historia de la caricatura en Inglaterra



    En el siglo xviii alcanzó la caricatura en Inglaterra su completo desarrollo con William Hogarth como insuperable exponente de la especialidad.

    En su aspecto más inferior el arte adoptó la forma de grabados en madera publicados en hojas populares y libros juveniles, de ejecución vulgar y a veces obscenos.

    Este estilo se prolongó durante todo el siglo xix y penetró incluso en el xx. Muestra de él son las felicitaciones de San Valentín que se enviaban a comienzos de la época victoriana y la asimismo cómica ilustración de ciertos periódicos europeos de tipo popular.

    Fueron caricaturistas de primera línea en aquel tiempo James Gillray y Thomas Rowlandson. No rayaron a menor altura sus sucesores George Cruikshank, John Leech, Sir John Tenniel, Richard Doyle y Hablot K. Browne («Phiz»), conocido especialmente por sus ilustraciones de las novelas de Charles Dickens. La mayoría de los demás adquirieron fama por su colaboración en Punch y en las Comic Blackstone (1846), Comic History of England (1847-48) y Comic History of Rome (1852), de Gilbert à Beckett.

    En la breve y brillante carrera de Randolph Caldecott su estilo, que jamás llegó a lo grotesco, se distinguió siempre por el toque de exageración necesario a toda caricatura.

    Edward Sambourne, Harry Furniss, Phil May (1864-1903) y Francis Gould (1844-1925) fueron caricaturistas en el estricto sentido de la palabra; y George du Maurier, cuyo nombre, como los anteriores, se halla principalmente vinculado al de Punch, puede incluirse en el mismo grupo, aunque su misión consistió más bien en describir la sociedad moderna de Londres, observando especialmente sus flaquezas. Cario Pellegrini (1839-89) («Ape»), Sir Leslie Ward (1851-1922) («Spy») y Max Beerbohm («Max») hicieron famoso el semanario londinense Vanity Fair con sus retratos-caricatura.

    Caricatura en Francia y otros países europeos



    La caricatura francesa no alcanzó la mayoría de edad hasta el reinado de Luis Felipe. Entonces, con la fundación de Le Charivari (1832), el espíritu cómico francés pudo afirmarse sin excesivo temor a la mano represiva del censor.

    El éxito de Le Charivari fue tal que su fundador, Charles Philipon (1800-62), creó dos periódicos más, La Caricature Provisoire (1838) y Le Journal pour Rire (1848). Los principales colaboradores de estas publicaciones fueron el propio Philipon, excelente caricaturista, Honoré Daumier, Cham, Charles Travies (1804-59), Gustave Doré y Paul Gavarni. De ellos fue probablemente Daumier el más importante.

    En sus personajes ridiculizaba las flaquezas sociales de la burguesía de su tiempo; si su exageración de los rasgos físicos resulta a veces de mal gusto, la crudeza no disminuye su valor. Aunque surgieron en Francia varias revistas de este tipo, entre ellas Le Rire, Charivari siguió siendo hasta su desaparición en 1940 la que contó con los mejores caricaturistas de cada periodo.

    También Le Rire, fundada en 1894, tuvo un historial prestigioso. Reunió notables colaboradores franceses, entre ellos J. L. Forain (1852-1931) y, en su sección extranjera, Phil May y Sambourne.

    No se descuidó la caricatura en otros países europeos. En Alemania se fundó en 1844 Fliegende Blätter, a la que siguieron Kladderadatsch (1848) y Simplicissi-mus (1896).

    En Italia II Fischietto hizo su primera aparición en 1848 y en Viena Kikeriki, en 1861. Estas y otras revistas anteriores y posteriores publicaron trabajos firmados por algunos de los mejores caricaturistas conocidos, como Romeyn de Hooghe (1645-1708), de Holanda, y Adolf Oberländer (1845-1923), de Alemania. Más recientemente, en Italia, ha imprimido un nuevo estilo a la caricatura política Giovanni Guareschi con su semanario Candaido.

    Historia de la caricatura antigua
    Historia de la caricatura antigua. CC


    Caricatura antigua en Estados Unidos



    Aunque la guerra de 1812, las varias campañas políticas de la primera mitad del siglo xix, la Guerra con México y las luchas del abolicionismo fueron objeto de bastantes estampas grotescas, la caricatura propiamente dicha empezó en Estados Unidos con Thomas Nast, cuyos dibujos en el

    Harper`s Weekly (1868-70) contribuyeron grandemente a la destrucción del Tweed Ring. El inmediato sucesor de Nast fue Joseph Keppler.

    A finales del siglo xix la caricatura, tanto social como política, constituía ya parte importante del periodismo norteamericano. Entre los caricaturistas más conocidos de principios del siglo xx figuran F. B. Opper, que dominó la caricatura política y creó tipos y episodios caprichosos al estilo del alemán Wilhelm Busch; John T. McCutcheon famoso por sus dibujos humorísticos en torno a la vida de una pequeña ciudad del medio oeste, Homer Daven-Port, Edward Kemble (1861-1933), T. E. Powers (1896-1937) y R. F. Outcault (1863-1928). C. D. Gibson logró gran renombre como historiador gráfico de los tipos y costumbres sociales de su tiempo, aunque no puede considerársele caricaturista en el amplio sentido de la palabra.

    La II Guerra Mundial fue testigo de un resurgimiento del mejor espíritu humorístico. En Inglaterra, David Low (n. 1891) arrastró tras sí una pléyade de jóvenes que satirizaron concienzudamente el espíritu marcial. En los Estados Unidos multitud de caricaturistas describieron la vida del ejército en sus distintos aspectos.

    George Baker (n. 1915) y Bill Mauldin (n. 1921), con sus «Sad Sack» y «Willie and Joe», respectivamente, hicieron el retrato patéticamente humorístico del soldado raso. Mauldin obtuvo el premio Pulitzer en 1945. En el terreno corriente adquirieron fama y dieron renovada vida a la caricatura William Gropper, Edmund Duffy y Daniel Fitzpatrick (n. 1891).


    Historia de las caricaturas en España



    La invasión napoleónica señala un momento decisivo en el desarrollo de la caricatura española. La pasión patriótica y la ira de un pueblo atropellado encuentran vehículo ideal de expresión en el dibujo grotesco e intencionado, donde se resume toda una tradición burlesca, satírica y crítica.

    Para que la eclosión se presente con acentos más populares, el grueso de la producción caricaturesca en tal coyuntura es anónimo y adopta la forma de hojas volanderas que nadie sabe de dónde llegan: «Fiesta de Toros en España o el Matador Corso en Peligro», «El Arlequín de Europa»... Como compendio y cifra del alma popular, el genio de Francisco de Goya, con sus «Desastres de la Guerra» y sus «Caprichos», vivaces y profundos, verdaderas joyas de arte universal.

    La caricatura artística encuentra también un temprano cultivador en Alenza: «Un avaro moribundo despidiéndose de sus tesoros». Pronto el caudal caricaturesco discurre por los cauces de la revista: «El Semanario Pintoresco» (1840), El Fisgón, Momo, El Cascabel.

    Las publicaciones satíricas se suceden con rapidez que hace pensar en la misma versatilidad del género: El Duende, El Jorobado, Madrid Cómico, La Guindilla, El Látigo, La Avispa, Gedeón, en Madrid; y la Madeja Política, El Tiburón, El Nunci, La Bomba, Cu-Cut, L'Esquella en Barcelona. La caricatura literaria y la historieta llegan con Apeles Mestres, que no desmerece al lado de los maestros Busch y Oberländer.

    Todas las modalidades posibles —caricatura personal, política, satírica, humorística—, cobran vida y perfección en manos de artistas ingeniosos y originales, como Cilla, Sancha, Sileno, Tovar, Montagud, Marín, Pons, Junoy, Grau, Aragay y Marco.

    La caricatura asalta las páginas de los periódicos. Xaudaró se hace famoso con su suave análisis de la vida cotidiana en Blanco y Negro y ABC. Bagaría prodiga, con sus líneas ondulantes, el audaz ataque político desde El Sol. K-Hito hace populares sus monos escuetos en El Debate.

    La revista humorística se desentiende generalmente de los problemas políticos («Buen Humor», Gutiérrez), aunque, cuando éstos se agudizan al advenimiento de la República, nacen publicaciones de este tipo destinadas a abordarlos de lleno (Gracia y Justicia). Al ser derrocado el régimen republicano, la caricatura sigue derroteros distintos para dedicarse preferentemente a la crítica de la vida social.

    Mención especial merece a este respecto La Codorniz, donde artistas como Tono, Mihura y Herreros, notables por su audacia y originalidad cultivan un humorismo moderno, cuyas fuentes más cercanas tal vez haya que buscar en Italia. Descuellan también modernamente Goñi, Cese y Mingote en la caricatura crítica y Córdoba y Cronos en la personal.

    Para más información ver: caricatura.
Actualizado: 16/09/2023

Autor: Leandro Alegsa


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n. = neutro o norte
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