La historia de los tejidos de China refleja la rica tradición y la maestría artesanal que ha caracterizado a este país a lo largo de los siglos.
La corte china fue un epicentro de estilos y exhibiciones, donde los ropajes de emperadores y nobles se convirtieron en verdaderas obras de arte.
Las suntuosas tapicerías y los elaborados bordados adornaban palacios, simbolizando poder y estatus.
Esta herencia textil destaca por su calidad y detalles únicos, que aún hoy son admirados.
historia de los tejidos de China
La corte china marcó la pauta en los estilos y fue siempre el centro por excelencia de exhibición y magnífica artesanía. Los ropajes de los emperadores y emperatrices, de los nobles de la corte y sus servidores constituían verdaderas maravillas del arte de tejer y bordar. Las paredes de los palacios se adornaban con suntuosas tapicerías, en que los dragones de cinco garras representaban al emperador y las aves fénix, a la emperatriz. Los cojinetes de raso de sillas y tronos se enriquecían con primorosos arabescos bordados y las mesas se cubrían de ricos damascos y terciopelos. En el siglo xviii alcanzaron rara perfección las alfombras de terciopelo y las colgaduras de pelo muy corto e hilos metálicos, de calidad aún no superada (v. Alfombra). Las alfombras y esteras chinas, aunque bellas de color, se tejían floja y aun descuidadamente y no podían compararse con las persas.
La paciencia nacional china produjo notables labores de aguja. Es peculiar el diminuto punto, conocido con el nombre de «nudo de Pekín». Los vestidos imperiales, ya bordados o tejidos, ostentaban los símbolos del poderío y rango del emperador, todos los cuales tenían significados rituales. Los grandes señores y mandarines usaban pectorales cuadrados, en cuyo centro se bordaba una figura de ave o animal que indicaba su categoría. Los estuches que usaban las damas eran de muy diversas formas, de acuerdo con el uso a que estuvieran destinados, y se cerraban con cordones terminados en borlas de hechura fantástica. El amor de los chinos por sus signos de escritura, a los que conceden un carácter casi místico, se revela en su uso como elementos decorativos en los tejidos. Con frecuencia se tejen o bordan poemas e inscripciones propicias, a veces en tamaños gigantescos para templos o teatros y otras tan pequeñas que las puntadas son casi imperceptibles. Los chinos dieron gran impulso a la industria de la seda y son maestros en todas sus utilizaciones (v. Seda; Tejidos). Uno de los más característicos tejidos chinos es una especie de tapicería de seda denominada k’o-ssu, con la que se confeccionaban los ropajes de los emperadores y en la que se copiaban a veces primorosos cuadros. Algunas partes están confeccionadas tan delicadamente que parecen pintadas en lugar de tejidas, En el k’o-ssu cada matiz de color se teje con su propio hilo de forma que el resultado es una especie de mosaico de colores tejidos por separado. Aunque mucho más lento y difícil que el bordado, era también muy popular. Pero la demanda trajo consigo numerosas imitaciones, algunas muy burdas, en que la mayor parte de los matices de color eran pintados, en vez de tejidos, sobre la superficie. La literatura china sobre el arte nacional es muy copiosa, pero poco conocida de los lectores occidentales. La mayor parte de nuestro conocimiento de ese arte se ha logrado a través del Japón o por la investigación directa iniciada a finales del siglo xix.