La destrucción del Templo de Jerusalén y la expulsión de los judíos de Judea por parte de los babilonios en el año 586 a.C. fue un evento de gran importancia en la historia del pueblo judío. Este suceso se conoce comúnmente como la destrucción del Primer Templo, o Templo de Salomón, y marcó el fin del Reino de Judá.
El Templo de Jerusalén era el lugar central de culto y adoración para los judíos, y su destrucción tuvo un impacto profundo en la religión y la identidad judía. Además, la expulsión de los judíos de su tierra ancestral, Judea, resultó en una diáspora, dispersando a la comunidad judía por diferentes regiones del mundo.
Este evento está documentado en la Biblia hebrea, en el libro de los Reyes, así como en otras fuentes históricas. La destrucción del Templo y la expulsión de los judíos fue llevada a cabo por el rey Nabucodonosor II de Babilonia, como parte de su campaña militar para someter a los reinos de la región.
La destrucción del Templo de Jerusalén y la expulsión de los judíos tuvieron profundas consecuencias políticas, religiosas y culturales, y marcaron el comienzo de un largo período de exilio y sufrimiento para el pueblo judío. Sin embargo, también sentaron las bases para la posterior reconstrucción del Templo y el retorno de los judíos a su tierra, eventos que tuvieron lugar siglos más tarde.
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