Una persona o entidad se considera
hostil cuando muestra una actitud negativa o agresiva hacia otra.
Esta
hostilidad puede manifestarse de diversas formas, como expresiones verbales ofensivas, amenazas o acciones físicas violentas.
El individuo o grupo que es considerado
hostil busca causar daño o perjuicio intentando debilitar o destruir al otro.
En ocasiones, la
hostilidad puede surgir como resultado de conflictos de intereses, competencia por recursos limitados o diferencias en creencias, valores o ideologías.
También puede ser consecuencia de resentimientos pasados o de la percepción de ser tratado injustamente.
La
hostilidad puede generar un ambiente de confrontación y tensión, dificultando la comunicación y el establecimiento de relaciones armoniosas.