El término impingar se refiere a una acción antigua que consiste en lardear un alimento, es decir, introducir grasa en su interior para mejorar su sabor y jugosidad.
Esta práctica, aunque en su momento fue común en la cocina, hoy en día se considera una acepción anticuada y ha caído en desuso.
A pesar de su rareza, el término evoca una tradición culinaria que refleja la evolución de las técnicas de preparación de alimentos.