La palabra infinta proviene del término antiguo que se refiere al fingimiento, es decir, a la simulación que busca hacer que algo aparente ser lo que en realidad no es.
Aunque su uso ha caído en desuso, esta acepción refleja una práctica de engaño o de crear una ilusión sobre la verdadera naturaleza de las cosas.
Su significado nos invita a reflexionar sobre la percepción y la realidad en nuestras interacciones cotidianas.