La palabra inmaculada se refiere a algo que es purísimo, libre de mancha o imperfección.
Este término también se utiliza como un nombre antonomástico para la Virgen María, en el contexto del misterio de su Inmaculada Concepción, que resalta su pureza desde el momento de su concepción.
Así, "inmaculada" evoca tanto la idea de limpieza espiritual como un profundo respeto hacia la figura mariana en la tradición cristiana.