El término irrigable se refiere a la capacidad de un terreno o área para ser irrigado, es decir, para recibir agua de manera controlada con el fin de favorecer el crecimiento de cultivos o mantener la vegetación.
Esta característica es fundamental en la agricultura, ya que permite optimizar el uso del agua y mejorar la producción de alimentos en zonas donde la precipitación natural es insuficiente.