Lasitud es un término que describe un estado de agotamiento físico o mental, caracterizado por una notable falta de energía o entusiasmo.
Este término abarca tanto el cansancio derivado de esfuerzos físicos como el desgaste emocional o psicológico, reflejando una condición de debilidad generalizada que afecta al individuo en su capacidad para realizar tareas cotidianas.
La lasitud puede ser el resultado de diversas causas, incluyendo el exceso de trabajo, el estrés prolongado, la falta de sueño adecuado, desbalances nutricionales, o como síntoma asociado a ciertas enfermedades o condiciones médicas.
A diferencia del simple cansancio, que suele resolverse con descanso y recuperación adecuados, la lasitud puede persistir como una sensación continua de fatiga y desmotivación.
En el ámbito médico, la lasitud es un síntoma que se evalúa con atención, ya que puede ser indicativo de condiciones subyacentes que requieren diagnóstico y tratamiento específico. Es importante diferenciarla de condiciones similares como la astenia, que también implica una sensación persistente de fatiga, pero cuyas causas y tratamientos pueden diferir.
Ejemplos de uso: "Después de correr el maratón, se sintió invadido por una profunda lasitud".
"La lasitud emocional que le provocaba su trabajo le hacía cuestionarse si realmente valía la pena seguir en él".
"Observando su lasitud, el médico decidió realizar pruebas adicionales para descartar enfermedades subyacentes".
"A pesar de haber dormido bien, despertó con una sensación de lasitud que le acompañó todo el día".
"El constante estrés del último proyecto le había dejado una lasitud que no conseguía superar con descanso".
"La lasitud que sentía era tal, que incluso las tareas más simples le resultaban agotadoras".
"En la consulta, describió su estado como una lasitud persistente, incapaz de aliviarse con los métodos convencionales de relajación".
"El tratamiento buscaba no solo aliviar los síntomas físicos de su enfermedad, sino también combatir la lasitud que afectaba su estado de ánimo".
Origen etimológico de lasitud: proviene de la palabra latina lassitūdo