La lengua checa, también conocida como bohemio, forma parte de las lenguas eslavas occidentales y se caracteriza por su compleja sintaxis y la presencia de tres géneros.
Su literatura, rica y variada, se divide en tres periodos significativos, comenzando con obras religiosas en el siglo XIV, como la traducción de la Biblia y las crónicas de Dalimil.
Esta evolución refleja la profunda influencia de las tradiciones eslavas y germanas en la cultura checa.
lengua y literatura checa
El checo o bohemio pertenece a la rama occidental de las lenguas eslavas. En checo el verbo tiene solamente dos tiempos, pero hay tres géneros y una sintaxis compleja. La fuerte influencia exótica se advierte en las numerosas palabras eslavas y germanas. La historia de la literatura checa puede dividirse en tres periodos principales: desde el principio hasta las guerras husitas, 1410; desde el tiempo de Huss hasta finales del siglo xviii; y desde el renacimiento literario de este periodo en adelante.
Las primeras obras son de carácter religioso; la Iglesia Griega está representada por un fragmento glagolítico (900?) y la Latina por un fragmento del Evangelio de San Juan con traducción interlineal en lengua vernácula. La Biblia fue traducida íntegramente a fines del siglo xiv. También corresponden a este siglo las crónicas atribuidas a Dalimil, aunque se desconoce el verdadero nombre de su autor; El Libro del Viejo Señor de Rosenberg (Kniha Starého Párta Rozenberka), uno de los primeros especímenes de la prosa checa; la Exposición de la Ley, por Andrés de Duba; y las obras del gran autor checo de aquel siglo Tomás de Stítny, que escribió sobre temas religiosos y morales.
Jan Huss, cuyo nombre marca el principio del segundo periodo, contribuyó considerablemente a estabilizar la ortografía checa y a desarrollar la literatura nacional. Algunas de sus obras están en latín, pero dejó bastantes en su propio idioma. Pedro Chelcicky (1390-1460), discípulo de Huss, compuso la célebre (La Red de la Fe) (Sít-Viry). En 1487 se estableció en Praga la primera imprenta, donde se imprimió la Biblia el año siguiente y varios interesantes libros sobre viajes. Notables entre los humanistas del Renacimiento fueron Daniel Adam de Veleslavin (1545-99) y Jan Blahoslav (1523-71). Hájek (1495-1553) escribió una curiosa crónica (Kronika Ceská) en la que recopiló todas las leyendas nacionales primitivas. Hay un relato de Wences-laus Vratislav de Mitrovitz que narra su cautividad en Constantinopla. Jan Amos Komenský (más conocido por su nombre latino, Comenius), exilado por los imperialistas, escribió en Polonia Didáctica magna (1632).
Casi al terminar el siglo xviii se produjo un resurgimiento literario, iniciado por Josef Dobrovskÿ (1753-1829), que compuso una gramática checa y una notable obra sobre el antiguo eslavo. Josef Jungmann (1773-1847) compiló un valioso diccionario. Jan Kollár (1793-1852) y Frantisek Celakovskÿ (1799-1852), junto con el autor de baladas Karel Erben (1811-70), llevaron tanto fuego, patetismo y pura melodía a la poesía checa que la prosa de aquel periodo resulta en comparación pobre. Frantisek Palackÿ fue el autor de la gran historia nacional; otros historiadores son Gindely, Tomek, Novotny y Nejedlÿ.
Los más notables de los escritores postrománicos fueron el poeta Vitezslav Hálek (1835-74) y el crítico Jan Neruda (1834-91). El prolífico y polifacético Jaroslav Vrchlickÿ (1853-1912) fue esencialmente un superviviente del periodo romántico y Tomás G. Masaryk fue uno de los impulsores de la reacción realista que produjo los documentos concisos y amargos del poeta Josef Machar.
Ningún escritor checo del siglo xx logró mayor reputación internacional que el autor teatral Karel Capek (1890-1938), que escribió Krakatir (1924). F. X; Salda (1867-1937), adquirió renombre en Europa como crítico y Egon Hostovsky y F. C. Weiskopf triunfaron como novelistas. Véase Huss, Jan.