La palabra mambla se refiere a un montecillo que tiene una forma similar a la teta de mujer.
Este término, que puede parecer inusual, evoca imágenes de paisajes donde las elevaciones del terreno adoptan contornos suaves y redondeados.
La mambla es un ejemplo de cómo la naturaleza puede inspirar nombres que reflejan características físicas, conectando así el entorno con la percepción humana.