Mandilandín y mandilandinga son términos que solían utilizarse en el argot delincuencial para designar a aquella persona que trabajaba como sirviente en un burdel o para individuos de mal vivir.
Estos vocablos tenían una connotación despectiva hacia aquellos que desempeñaban labores relacionadas con la prostitución.
En definitiva, se referían a individuos que colaboraban de alguna manera en actividades ilícitas o moralmente cuestionables.