En el ámbito de la botánica, el término marcescente se emplea para describir aquellas hojas, cálices y corolas que, una vez se han secado o marchitado, permanecen unidas a la planta en lugar de caerse.
A diferencia de la mayoría de las plantas que dejan caer sus hojas en otoño, las especies marcescentes mantienen sus hojas muertas durante todo el invierno.
Estas hojas suelen tener un aspecto seco, arrugado y de color marrón, pero aún cumplen funciones importantes como proteger los brotes de la planta contra el frío y otros daños climáticos.
adj. Bot. Se dice de las hojas y de los cálices y corolas que se secan o marchitan sin caerse.
En botánica, el término marcescente se utiliza para describir las hojas, cálices y corolas que, una vez se han secado o marchitado, permanecen adheridas a la planta en lugar de caerse. A diferencia de la mayoría de las plantas, cuyas hojas se desprenden en otoño como una estrategia de conservación de energía durante los meses fríos, las especies marcescentes retienen sus hojas muertas durante todo el invierno.
En el caso de las hojas marcescentes, suelen presentar un aspecto seco, arrugado y de color marrón. Aunque pierden su vitalidad y no realizan la fotosíntesis, siguen cumpliendo ciertas funciones en la planta. Por ejemplo, pueden ayudar a proteger los brotes, proporcionando una capa adicional de aislamiento contra el frío y posibles daños causados por el viento o la nieve.
Marcescente se utiliza en el ámbito de la botánica para describir a las hojas de árboles y arbustos que, a pesar de haber finalizado su período vegetativo y haber cambiado de color, no caen en su mayoría durante el otoño e invierno. Estas hojas permanecen en el árbol hasta que surgen nuevas hojas en la primavera siguiente. Los robles, como el melojo, el quejigo, numerosos hayas y los carpes, suelen ser especies conocidas por este fenómeno.
En el caso del roble palustre americano, la caída de las hojas marcescentes se completa en primavera. En algunas especies, el peciolo de las hojas puede permanecer vivo durante el invierno, mientras que en otras, las hojas se vuelven marcescentes debido a las heladas o plagas que las secan antes de que se produzca la caída natural.
En el campo de la micología, el concepto de marcescente se emplea para describir a ciertos tipos de hongos que tienen la capacidad de secarse y luego volver a hidratarse para continuar liberando esporas. Una especie muy reconocida por esta característica es el género Marasmius, la cual ha sido considerada de relevancia taxonómica por Elias Magnus Fries en su clasificación de hongos de 1838.
Beneficios de las especies marcescentes
Las hojas marchitas sirven como una protección para los grandes herbívoros, como los ciervos y alces, ya que son menos nutritivas y tienen un sabor desagradable, lo que disuade su alimentación de las ramas y brotes nutritivos del árbol.
Algunas especies, como Espeletia schultzii y Espeletia timotensis en las regiones andinas, utilizan las hojas marchitas para protegerse del estrés hídrico y térmico.
En las zonas alpinas tropicales de varias partes del mundo, hay una gran variedad de plantas de diferentes familias que han desarrollado una forma de crecimiento llamada "roseta caulescente", caracterizada por rosetas de hojas perennes que crecen sobre las hojas marchitas.
Ejemplos de uso: "Las hojas marcescentes del roble permanecen en el árbol durante todo el invierno, dando un aspecto peculiar al paisaje".
Etimología u origen de la palabra marcescente: proviene del latín marcescens, -entis, que se desea.