La palabra ménade se refiere, en su primera acepción, a una bacante o sacerdotisa de Baco, el dios del vino, que participaba en celebraciones llenas de frenesí y éxtasis.
Estas mujeres eran conocidas por su conexión con lo divino y su comportamiento desinhibido durante los misterios.
En un sentido más figurado, el término describe a una mujer descompuesta o frenética, evocando una pérdida de control emocional.