El término miembro podrido se utiliza de manera figurada para referirse a un individuo que, por diversas razones, se ha vuelto un elemento nocivo o indeseable dentro de una comunidad.
Este concepto puede aplicarse a personas que han sido expulsadas o que, a pesar de pertenecer a un grupo, actúan de manera que perjudican su cohesión y bienestar.
La expresión evoca la idea de algo que, al estar corrompido, afecta negativamente a su entorno.