El término ministro de Dios se refiere a un sacerdote cristiano que actúa como intermediario entre la comunidad de fieles y lo divino.
Su labor incluye la predicación, la administración de los sacramentos y el acompañamiento espiritual de los creyentes.
Este rol es fundamental en la vida religiosa, ya que el ministro guía y fortalece la fe de la congregación, representando así la presencia de Dios en el mundo.