El término montanismo se refiere a una herejía surgida en el siglo II, asociada a Montano, quien se proclamaba como un enviado de Dios con la misión de perfeccionar la religión.
Esta corriente buscaba revitalizar las prácticas cristianas a través de una experiencia más intensa y directa con lo divino, desafiando las estructuras establecidas de la fe en su tiempo.
Su influencia marcó un momento significativo en la historia del cristianismo.