El término nominátim proviene del latín y se utiliza en el ámbito jurídico para referirse a la manera en que se designan específicamente a las personas en documentos legales, como testamentos.
Este adverbio indica que los beneficiarios están claramente identificados por sus nombres, lo que garantiza que las disposiciones de última voluntad se apliquen de forma precisa y sin ambigüedades.
Su uso es fundamental para evitar confusiones en la interpretación de la voluntad del testador.