La palabra oréade se refiere a una figura de la mitología clásica, específicamente a las ninfas que habitaban en los bosques y montes.
Estas criaturas, consideradas protectoras de la naturaleza, simbolizan la belleza y la armonía del entorno natural.
En la tradición de los antiguos, las oréades eran veneradas por su conexión con la tierra y su papel en el equilibrio del ecosistema, representando así la esencia de la vida silvestre.