El Partido Comunista tiene sus raíces en las ideas de Marx, que fueron introducidas en Rusia por Plejanov en 1883.
Sin embargo, el verdadero precursor fue Lenin, quien a fines del siglo XIX fundó la Unión de Lucha para la Liberación de la Clase Obrera.
Este grupo dio paso al Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, que se dividió en 1903 en bolcheviques y mencheviques, marcando el inicio de una lucha ideológica que definiría el futuro del comunismo en Rusia.
partido comunista: origen e historia
Las ideas de Marx fueron introducidas y propagadas en Rusia por Plejanov, que en 1883 fundó el grupo marxista ruso «Unión y Emancipación del Trabajo», pero el antecesor directo es Lenin, que a fines del siglo xix creó la Unión de Lucha para la Liberación de la Clase Obrera, embrión de lo que habría de ser después el Partido Obrero Socialdemócráta Ruso, que ya en 1898 pudo celebrar su primer Congreso. En 1903 se celebró el segundo, cuya importancia fue transcendental, toda vez que Lenin, dirigente del ala izquierda del Partido, suscitó su escisión entre bolcheviques, extremistas de izquierda, y mencheviques o moderados, dirigidos por Martov. Aquéllos formaron en realidad el auténtico Partido Comunista, partidario de una tendencia fiel a la doctrina marxista, mientras que éstos eran simplemente revisionistas, propugnaban métodos evolutivos y excluían la violencia de sus tácticas.
Lenin, en su largo destierro, residió en varios países europeos de 1907 a 1917, al tiempo que participaba en los diversos congresos socialistas, donde se mostraba incansable defensor de las medidas revolucionarias. Con ocasión de la I Guerra Mundial manifestó su repulsa al apoyo que prestaban a ésta los partidos socialdemócratas y proclamó su ruptura con el Socialismo. Entretanto, el Partido Comunista continuaba organizándose firmemente, lo que hizo posible que con un número relativamente escaso de militantes pudiera en 1917 alcanzar el poder tras las jornadas revolucionarias contra el gobierno zarista presidido por Kerenski, en las que obtuvo el apoyo de los Soviets. Triunfante la revolución, su organización estaba basada precisamente en los soviets locales de las ciudades y del campo, como proclamaba la Constitución de 1918.
Estas jornadas del triunfo revolucionario fueron posibles merced al apoyo prestado a Lenin por Alemania. El Estado Mayor germánico puso a disposición de éste un vagón sellado en el que cruzó Alemania, llegó a San Petersburgo en abril de 1917 y se puso al frente de los bolcheviques de esta ciudad, que eran poco más de 10000 hombres. Dueño de la situación con el apoyo de Trotski, se apresuró a negociar la paz con Alemania y atender así a la guerra civil desencadenada en Rusia que había de durar varios años.
En 1919, con ocasión del VIII Congreso del Partido, éste se reorganizó y eligió un Comité Central de 19 miembros cuyas reuniones tendrían lugar cada 15 días; al propio tiempo creó tres órganos: el Politburó u oficina política, a cuyo cargo estaban las decisiones fundamentales, integrado por cinco miembros, verdadero Gobierno del Partido y de Rusia que existió hasta 1952; el Orgburó, también con cinco miembros y funciones de organización; y el Secretariado, formado asimismo por cinco miembros y el Secretario, cuya importancia creció fabulosamente. Paralelamente decrecía la importancia del Congreso del Partido, que siempre se ha inclinado por una organización centralista y no democrática. El VII Congreso adoptó la decisión —última transcendental tomada por el Congreso del Partido— de poner fin a la guerra con Alemania concluyendo el tratado de Brest-Litovsk; reducido el Comité Central a una reunión cada dos meses a partir de 1922, el Secretariado, que era asumido por las figuras más relevantes del Partido, iba cobrando cada vez más importancia; así, de 30 empleados en 1919 pasó a 602 en 1921; en 1921 entró a formar parte del mismo como Secretario General Stalin. Éste, ya en 1921, organizó la primera purga o depuración que redujo en unos 100000 el número de militantes del Partido. El 21 de enero de 1924 falleció Lenin; su cuerpo embalsamado se exhibe de continuo en un mausoleo de mármol en la Gran Plaza Roja de Moscú.
Aunque la sucesión de Lenin parecía corresponder a Trostki, Stalin, aprovechando su condición de Secretario General y el poder que tal cargo ponía en sus manos, eliminó a los más significados colaboradores de Lenin, como Bujarin, Zinoviev y el propio Trotski, con lo que se erigió de hecho en dueño absoluto del Partido y del poder en Rusia a partir del año 1927 hasta el momento de su muerte. En 1927-32 puso en práctica el primero de los Planes Quinquenales, al tiempo que eliminaba totalmente a los trotskistas y depuraba en repetidas ocasiones el Partido de todo desviacionismo. Dentro del Partido, especialmente a partir del XVI Congreso en 1930, desaparece toda discusión y los representantes se limitan a la aprobación formal de las decisiones del Comité Central, totalmente dominado por Stalin.
Éste aprovechó la fundada Tercera Internacional para los fines políticos de la expansión rusa, fomentando en todos los países la subversión mediante el apoyo a los partidos comunistas internos. Después de 1933, con motivo del segundo Plan Quinquenal, el Partido quedó totalmente sometido a Stalin tras la famosa purga de los llamados «procesos de Moscú», en los que fueron removidos del Partido, o eliminados, unos 250000 militantes, que constituían la octava parte de los miembros. En 1934 se reorganizó totalmente la estructura del Partido.
El 5 de marzo de 1953 falleció Stalin dejando pendiente la sucesión en la Secretaría General del Partido Comunista, la Presidencia del Consejo de Ministros, la Jefatura del Ejército y los demás cargos que le proporcionaban el absoluto dominio de Rusia y de la Revolución comunista. El 7 de marzo, el Presidium de la URSS, el Consejo de Ministros y el Comité Central del Partido, en reunión conjunta, acordaron una fórmula de reorganización, ratificada después por el Soviet Supremo, en la que se pretendía huir del sistema personalista de Stalin. Malenkov, Beria, Molotov, Bulganin y Kaganovitch ocuparon los puestos claves del Estado, al tiempo que formaban todos ellos parte del Presidium del Partido. La Secretaría del Partido pasó de Malenkov a Kruschev, que reunió así la Jefatura del Estado y del Partido, como en la época staliniana, después del arresto y condena de Beria, antiguo jefe de la G. P. U., la sustitución de Malenkov por Bulganin en la Presidencia del Consejo de Ministros y la de este último por el propio Kruschev. La identificación del Partido con el Estado siguió siendo tan absoluta como antes y, pese al informe de Kruschev contra el personalismo emitido en 1956 ante el XX Congreso del Partido y ratificado posteriormente en el XXII de 1961, es lo cierto que en manos del nuevo jefe se consolidaron las más omnímodas facultades políticas.
El Partido Comunista se desarrolló en casi todos los países a tenor de los dictados soviéticos. Una estadística de 1947 arrojaba los siguientes números de miembros en varios países; URSS, 6000000; Alemania, 2200000; Italia, 2000000; China, 2000000; Yugoslavia, 1700000; Checoslovaquia, 1600000; Francia, 907700; Polonia, 750000; Bulgaria, 630000; Estados Unidos, 70000; Japón, 70000; India, 60000; Chile, 50000; Gran Bretaña, 43000; Finlandia, 40000; Cuba, 40000; Argentina, 30000; Perú; 30000, cifras que, en realidad, nada significaban, pues los militantes del Partido constituyen, en general, un número reducido con respecto al total de los adeptos. Ello explica que con números bajos su representación parlamentaria sea desproporcionada en exceso, como ocurrió en Francia en esa época. Por otra parte, muchos países declararon ilegal el Partido Comunista, lo que impide establecer estadísticas oficiales de esa época.