La palabra picta proviene del latín y se refiere a algo que está pintado o decorado.
En la antigua Roma, el término se asociaba con la toga picta, una prenda distintiva que simbolizaba el estatus y la riqueza de quienes la llevaban.
Este concepto resalta la importancia de la apariencia y el ornato en la sociedad romana, donde la vestimenta no solo cumplía una función práctica, sino también un papel social y cultural significativo.