La población de las Antillas es un mosaico cultural y étnico, resultado de un mestizaje intenso a lo largo de la historia.
Aunque las antiguas comunidades indígenas, como los arawacos y caribes, han desaparecido, su legado persiste en algunos rasgos físicos de los habitantes actuales.
La mayoría de la población se compone de blancos, negros y mulatos, con una notable presencia de asiáticos.
Predomina el español y la religión católica, reflejando la influencia colonial en la región.
población de las antillas
Composición heterogénea. De las primitivas poblaciones indígenas no queda en la actualidad resto alguno; su huella es, a lo sumo, perceptible en algún rasgo somático de los pobladores actuales; los arawacos de las Grandes Antillas y los caribes de las Pequeñas o se extinguieron o fueron absorbidos por un mestizaje muy activo. Un 40 % de la población actual son blancos descendientes de los primitivos colonizadores españoles y franceses o inmigrados con posterioridad; los blancos predominan en Cuba y Puerto Rico. Los negros representan aproximadamente otro 40 % y descienden de los esclavos importados durante la época colonial; predominan en Haití, Jamaica y la mayoría de las Pequeñas Antillas. Los mulatos significan el 18 % y tienen mayoría absoluta en la República Dominicana. Hay además un pequeño porcentaje de asiáticos, hindúes y chinos principalmente, muy repartidos por todas las islas.
Predominio de la lengua española y de la religión católica. Más del 65 % de la población habla el idioma español; cerca de un 20 %, el francés y el resto el inglés. Sin embargo, los vocables indígenas y la influencia africana han enriquecido y a veces modificado estos idiomas; el franco-africano hablado en Haití tiene los caracteres de un lenguaje peculiar.
Mayor es el predominio de la religión católica, junto a la que conviven minorías protestantes, hinduistas, judías y de las más diversas religiones. La manda europea de azúcar y café. Su época de esplendor fue el siglo xviii.
La liberación de los esclavos originó la crisis del sistema. Gran parte de los negros liberados abandonaron las plantaciones y aunque no salieron de su miseria prefirieron deforestar nuevas tierras, especialmente en las alturas, y vivir del cultivo de los productos de manutención. Fue preciso importar contingentes procedentes de Asia, sobre todo hindúes y chinos. Al mismo tiempo se empezaron a cultivar otros productos como las naranjas, los plátanos y el algodón, lo que dio más estabilidad al sistema que cuando se basaba sólo en el café y la caña.
La influencia estadounidense en la economía actual. La retirada española de las Antillas abriría este mundo a la influencia del capital y del mercado estadounidense. Sin abandonar la economía anterior, el capital estadounidense y, en menor grado, el europeo modificaron sensiblemente el ritmo de desarrollo.
Por una parte, la economía agrícola de plantación se agiganta y se diversifica. Las pequeñas plantaciones azucareras españolas son substituidas por extensas granjas pertenecientes a compañías estadounidenses. El cultivo del tabaco y de los más variados frutos tropicales cobra una importancia desconocida hasta entonces.
Al mismo tiempo se intensifican las explotaciones mineras, que en algunas islas adquieren decisiva importancia: cromo, níquel y manganeso de Cuba; bauxita de Jamaica; petróleo de Trinidad.
Finalmente una tercera fuente de recursos ha venido a unirse a las anteriores y a compensar Jas pérdidas de divisas que suponen los intereses del capital extranjero. Es el turismo, que por la excelencia del clima, el exotismo de las costumbres y la proximidad de los Estados Unidos ha adquirido un desarrollo extraordinario.
Los indígenas precolombinos. El sustrato indígena más antiguo que se conoce estaba formado por los «guanahatabeyes», de los que sólo tenemos referencias muy vagas. A la llegada de los españoles ya habían desaparecido prácticamente y se conoce algo de ellos por un relato del P. Las Casas, que los llama «ciboneyes». De dicho relato se deduce que eran cazadores, pescadores y recolectores que desconocían la agricultura.
Los pobladores más importantes a la llegada de los españoles eran los «arawacos», llamados «lucayos» en las Islas Bahamas y «tainos» en las Grandes Antillas. Procedían de la vecina costa sudamericana, de donde habían emigrado posiblemente en los primeros tiempos prehistóricos. Practicaban un cultivo primitivo a base de yuca y, aunque no conocían la vela, eran diestros marinos que con sus embarcaciones de troncos vaciados comerciaban con todo el archipiélago e incluso con el continente.
Otros pobladores eran los «caribes», que estaban en plena expansión a la llegada de Colón. En dicha época habían invadido las Pequeñas Antillas y hacían frecuentes incursiones a las grandes islas, donde eran temidos por su ferocidad. Su cultura era similar a la de los arawacos, pero les aventajaban por su espíritu guerrero, sus veloces canoas y su mejor armamento.
La época colonial. Las Antillas fueron las primeras tierras descubiertas en el continente americano gracias a la intrepidez de Cristóbal Colón y al apoyo de la Corona española. Los cuatro viajes del Almirante dieron a conocer a Europa las más importantes características del archipiélago. España se dedicó desde un principio a la colonización de las Grandes Antillas, más ricas y pobladas por habitantes pacíficos. Por el contrario, la hostilidad de los caribes decidió a los españoles a no dispersar sus fuerzas en multitud de islas.
El rígido monopolio comercial establecido por España motivó la aparición de la piratería y el contrabando favorecidos por las potencias europeas, que no querían permanecer al margen de la colonización de América. Ingleses, franceses y holandeses empezaron a mediados del siglo xvii a establecer colonias en las Pequeñas Antillas, en las que implantaron la misma agricultura de plantación que habían establecido los españoles en las islas mayores.
La independencia política y la influencia de Estados Unidos. En el siglo xix se gesta la independencia de las Grandes Antillas bajo la presión de los Estados Unidos, deseosa de substituir la influencia española en el Caribe.
Primeramente es Haití, la que en 1804 se declara independiente de Francia. En 1844 le sigue la República Dominicana. Finalmente, en 1898, con ocasión de la derrota española, Cuba se proclama independiente bajo el patrocinio de los Estados Unidos de Norteamérica. En 1952 Puerto Rico fue reconocido como Estado Libre Asociado; en 1958 se ha constituido la Federación de las Indias Occidentales, formada por Jamaica y las colonias inglesas del Caribe para entrar en vigor en 1962.
Pese a la independencia politica de las Grandes Antillas, la influencia de los Estados Unidos es todavía muy considerable. En un principio, dicha influencia se apoyó en acciones de fuerza, como la ocupación de la República Dominicana de 1916 a 1924. Más tarde fue principalmente económica, al tener en sus manos la mayoría de las fuentes de riqueza antillanas. En la actualidad tiende a ser una cooperación que influye en la elevación del nivel de vida de los pueblos del Caribe, para lo que funcionan varios organismos; dentro de la Organización de Estados Americanos funciona la Comisión del Caribe, de atribuciones muy amplias, especialmente en la elaboración de planes para el fomento económico del mundo antillano.