La protección contra las inundaciones es esencial para salvaguardar comunidades y ecosistemas.
Para implementar un sistema eficaz, es fundamental evaluar factores físicos, económicos y técnicos.
Las estrategias modernas incluyen la construcción de malecones, muros y embalses, que controlan el flujo de agua y minimizan daños.
Además, el dragado de ríos y la repoblación forestal son prácticas que complementan estas estructuras, garantizando una gestión adecuada del agua durante crecidas.
protección contra las inundaciones: malecones, muros, embalses, dragados
Para fijar el sistema de protección más eficaz en un lugar determinado precisa considerar los factores físicos, económicos y técnicos que en él concurren. Los métodos modernos comprenden el dragado; la construcción de malecones, diques y muros de contención que mantienen las aguas dentro de los cauces existentes, de vertederos que desvían la corriente cuando supera la capacidad del cauce principal y de presas y embalses que almacenan temporalmente el agua de las crecidas reduciendo su intensidad máxima; la repoblación forestal; el arado de las tierras siguiendo los perfiles del terreno; y la eliminación de los obstáculos, naturales o artificiales, del lecho del río.
Malecones.
Se construyen de tierra u hormigón a lo largo de las riberas o tierra adentro para encauzar las aguas de las crecidas. Deben tener altura y espesor suficientes para anular el peligro de desbordamiento o su destrucción por filtración o formación de veneros interiores. La maquinaria moderna empleada en su construcción permite colocar de 7500 a 11500 m3 de tierra en un solo día de funcionamiento continuo. El sistema de malecones del Misisipí contiene más de 765000000 m3 de tierra que, si se colocasen en forma de cinta de 0,60 m de espesor por 30 m de anchura, podrían rodear el globo.
Muros de contención.
Constrúyense —generalmente de hormigón sencillo o armado— en las riberas de los ríos, a los que sirven de protección, ya que evitan que bajo la acción de la presión lateral se derrumben las paredes naturales de tierra. Los puntos más débiles del cauce se encuentran en los lugares donde la ribera tiende a cambiar la dirección del río, así como en los de incorporación de los afluentes, cuya corriente tiende a erosionar la ribera opuesta. No siempre proporcionan estos muros protección adecuada contra las infiltraciones; este peligro puede reducirse mediante la construcción de sistemas de drenaje en las riberas o los muros cuando se trata de ríos de aluvión. Para el desagüe de las tierras contenidas por los muros pueden practicarse orificios de drenaje en los mismos muros o bien, si la tierra retiene el agua, mediante el adosamiento a la cara interna del muro de una capa de grava gruesa o piedra triturada por donde se irá escurriendo el agua. La construcción moderna de tales muros emplea con preferencia empalletados de hormigón articulado a base de bloques de 7,50 m de largo por 1,20 de ancho; cada bloque consta de 20 unidades de hormigón armado de 1,15 m de largo por 0,35 de ancho y 7,50 cm de espesor. Cubren las riberas desde la pared superior de las aguas bajas hasta la zona que en se ejerce la acción socavadora. Son también muy prácticos los lechos de protección compuestos de asfalto reforzado de 170 m de largo, 66 m de ancho y un espesor que varía de 5 a 7,5 centímetros.
Dragado.
Mediante esta operación se retiran los obstáculos acumulados en el lecho, se corrige el cauce en los grandes meandros y se eliminan el barro y los sedimentos depositados en el cauce. Cada una de estas operaciones tiende a aumentar la capacidad de transporte de los cauces naturales del río y la velocidad de su corriente. Si se desea mantener navegable una vía de agua durante el estiaje y dejar además su cauce en condiciones apropiadas para el acarreo de las aguas en las grandes crecidas debe practicarse el dragado periódico.
Presas regaladoras.
Son obras de fábrica de hormigón construidas para recibir las aguas de un río cuando su nivel resulte excesivo; mediante la acción de bombas hidráulicas pueden devolver al cauce situado a nivel más inferior cantidades de líquidos perfectamente controlables.
Embalses.
Para cumplir mejor su cometido se levantan generalmente en valles estrechos. Sirven para proteger zonas urbanas y tierras situadas en un plano inferior a poca distancia de su emplazamiento, proporcionar otros beneficios como la retención de aguas para la producción de energía hidroeléctrica, regadío y abastecimiento de agua a centros urbanos e industrias, amén de procurar facilidades deportivas.
Repoblación forestal.
En las zonas desprovistas de vegetación y arbolado la repoblación puede reducir hasta en un 10 % el volumen de las crecidas mediante la absorción de la humedad por la capa de tierra vegetal. Véase Bosques.
Abancalamiento.
Es un método de laboreo muy apropiado para retener la humedad en los terrenos pendientes, evitar su erosión y mejorar los rendimientos. Practicado en las zonas afectadas por avenidas, tiende a disminuir su nivel en un 5%.