Las pruebas diagnósticas de la discomatopsia son herramientas que evalúan la percepción del color en individuos con dificultades para distinguir ciertos tonos.
Estas pruebas se basan en el principio de que una deficiencia en la percepción de un color está relacionada con la confusión de colores complementarios, como el rojo y el verde.
Un ejemplo clásico es la prueba de las madejas de lana de Holmgren, donde se observa cómo el individuo agrupa colores similares, revelando posibles alteraciones en su visión del color.
pruebas diagnósticas de la discomatopsia
Todas las pruebas sencillas de la discromatopsia utilizan el hecho básico de que la percepción más o menos defectuosa de un color cualquiera está inevitablemente asociada con la percepción defectuosa de otro color. La confusión ocurre fundamentalmente, con el color complementario; los colores complementarios agrupados en pares son: rojo y verde, azul y amarillo, rosa y violeta. También pueden existir confusiones entre colores relativamente neutrales de luminosidad y viveza semejante.
Una de las pruebas diagnósticas más antiguas y seguras es la de las madejas de lana de Holmgren (1877). Se enseña al individuo una serie de madejas de diferentes colores. Se le muestra una madeja de color verde pálido y se le invita a que tome del montón de lana todas las madejas de color parecido; no es preciso que sea idéntico. Si el individuo es discromatópsico para el rojo o el verde, escoge no sólo los tonos verdosos sino también algún color crema, ocre, castaño claro, gris perla y amarillo paja. Una vez comprobada la discromatopsia para el verde o el rojo, se le ofrece una madeja de color rosado. Si no ve el rojo confunde los violetas y los azules con el rosa de su madeja; si no ve el verde, confunde los verdes, rojos y castaños. Finalmente se le da una madeja de color rojo; si no. percibe el rojo toma indistintamente las madejas de color castaño y rojo. Si no ve el verde escoge las de color verde pálido y castaño.
El «Jennings’ Self-recording Test for the Detection of Color Blindness» (1914) se basa en el mismo principio, pero difiere en que las madejas están dispuestas en dos tableros, sesenta y cuatro madejas de colores seleccionados en cada uno, con un pequeño agujero al lado de cada madeja. Los colores de las madejas de cada tablero están escogidos para estudiar respectivamente la visibilidad del verde y del rojo. El individuo que se examina perfora con un lápiz o punzón a través de los agujeros un papel o gráfica ya confeccionada para esta prueba, que se coloca debajo del tablero. Las gráficas agujereadas dejan constancia de los errores y confusiones que se han cometido.
La prueba más satisfactoria emplea las láminas pseudoisocromáticas de Stilling (1876). Se trata de una serie de láminas de color con numerosas manchas redondas de diferente color y tamaño, unas junto a otras como si se tratase de un mosaico de colores. Estas manchas redondas están dispuestas de tal forma que dibujan en el centro de la lámina un número (como el 5 o el 9) o una combinación de ellos (como el 59) del color que se analiza; las manchas del resto de la lámina son de diversos colores. La persona que ve normalmente puede leer todos los números, no así la discromatópsica. Una versión muy utilizada de esta prueba es la llamada de Ishihara, publicada en Tokio (1920). Algunas de estas láminas Ishihara están construidas de tal forma que el discromatópsico ve un número diferente del que percibe la persona normal.
Defectos de los discromatópsicos. Un individuo que adolece de franca discromatopsia es incapaz de reconocer ciertos colores, que confunde con otros. Confunde ciertos matices de rojo y verde, colores compuestos parcialmente a base de rojo o verde y los colores pálidos neutros. En general, si no siempre, es deficiente la percepción del rojo y verde y, en consecuencia, el defecto puede llamarse ceguera para el verde y rojo; no obstante, suele ser más deficiente la percepción de uno de los dos colores; el que percibe peor el rojo tiene protanopía y el que percibe peor el verde, deuteranopía.
La persona que no ve el rojo percibe la luminosidad máxima (viveza) más cerca del azul del espectro que la persona que no percibe el verde. Además, este individuo percibe probablemente la parte roja y amarilla del espectro como variantes o matices del verde; ve sólo un espectro acortado a expensas del extremo del rojo. Los objetos rojos aparecen simplemente como oscuros; de ahí que el rojo se confunda con el verde, gris y azul oscuros o incluso con el negro. Finalmente confunde los amarillos con los verdes y los rosa-azulados o rosados con el azul pálido o violeta.
La persona discromatópsica para el verde percibe como incolora la región del espectro que es verde-azul para el ojo normal; el espectro no se acorta a expensas del extremo rojo y la luminosidad máxima corresponde a una zona del espectro más cercana al rojo que en el caso del discromatópsico para el rojo.